miércoles, 12 de marzo de 2014

NOS ENCONTRAMOS CON MILENA SALCEDO, Y ESTO FUE LO QUE NOS CONTÓ.


En una mañana cualquiera del Velódromo Luis Carlos Galán, en la unidad deportiva de El Salitre en Bogotá, nos encontramos con Milena Salcedo, que estaba estirando las piernas sobre los peraltes que vieran ese prehistórico mundial de 1995.

Milena Salcedo en la Prueba por Puntos del Omnium Femenino. UCI Track Cycling Championships, Cali 2014. © La Cadenilla 2014.


Milena conformó la selección femenina que estuvo representando al país en Cali hace pocos días, en la última edición de los Mundiales de Pista UCI. Una selección que supo enfrentarse a las representantes de las potencias mundiales de la pista y terminar todas las pruebas con presentaciones muy honrosas, que como mínimo, enardecieron los ánimos de la tribuna.

Les dejamos el audio y la promesa de una próxima entrada que resuma lo vivido en esos cinco días de competencias.

Milena Salcedo en el Velódromo Luis Carlos Galán, en Bogotá. © La Cadenilla 2014.

sábado, 8 de febrero de 2014

EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD. Entrevista con Esteban "El Chavito" Chaves. (Parte 2)

Las carreras de bicicletas han despertado desde siempre, la admiración de millones. No solo por la natural atracción que ejerce el binomio entre esa leve máquina y un hombre, sino por la fuerza, la capacidad de sufrimiento y la temeridad para enfrentar a la muerte, que destilan quienes se atreven a correrlas.

Porque sí, en efecto, el ciclismo es una cuestión de vida o muerte. Es un deporte de funambulistas que descienden cuestas imposibles, a velocidades de vértigo, con apenas medios para detenerse o hacerle el quite a la parca. Y sucede, a veces, que el infortunio se tiende sobre la ruta, y vence. Decenas de veces ha sucedido, desde los primeros días de las competencias a fuerza de pedal, que el pelotón se viste de luto por las consecuencias de una mala pasada del destino. Sergio Coppi, el hermano del Campioníssimo, entregó la vida en una carrera de bicicletas. Sin ir tan lejos, muchos de los que leen estas líneas, recordarán esa horrenda caída de Fabio Casartelli en el Tour de France de 1995.

Fausto "Il Campionissimo" Coppi (izq) y Sergio Coppi (der).

Sin importar los avances tecnológicos, la naturaleza misma de la máquina que nos apasiona, hace que sea inevitable tener que poner la vida sobre el tablero, como la primera de las apuestas que se hacen, cuando un ciclista sale a correr. Y por vida hay que entender también las motivaciones más profundas, los propósitos más férreos, los sueños y las aspiraciones más nobles y anheladas. Esa fue la que casi pierde Esteban Chaves. La vida soñada que estaba empezando a vivir.

Tras muchos años de esfuerzos y sacrificios, de disciplina, de sobreponerse a las tantas derrotas y a las efímeras victorias (uno es solo tan bueno como su última carrera, dice Phillip Gaimon), un accidente nebuloso, denso, todopoderoso en lo simple que fue, se interpuso entre "El Chavito" y la gloria. Una gloria que ahora, ayudado por una voluntad de hierro, y por -¿cómo podría ser de otra manera?- su amor a la bicicleta, tiene de nuevo al alcance de sus piernas.



En la primera parte de la entrevista con Esteban, nos quedamos en el instante preciso de la caída. Chaves venía cumpliendo una pretemporada excelente y, en su primera carrera del año, había tenido buenas sensaciones sobre la bicicleta. El equipo al que pertenecía, el Team Colombia, acababa de ser invitado al Giro d'Italia. Por primera vez en más de dos décadas, un equipo netamente colombiano estaba en la plantilla de una de las tres grandes carreras de bicicletas del mundo. Desde los años ya legendarios de Luis "El Jardinerito" Herrera, Europa no vivía una invasión de escarabajos como la que estaba por tener en 2013. La mesa estaba servida para Chaves. Pero no pudo ser.

Chaves luciendo los colores del Team Colombia para el 2013. Un uniforme que apenas pudo lucir, en carrera, unas pocas horas. Foto: Team Colombia.


Usted está corriendo el Trofeo de Laigüeglia, una de las carreras italianas de comienzo de temporada. La meta es llegar bien preparado al Giro d'Italia, la máxima presentación en la corta vida del Team Colombia. Y viene una caída. ¿Cómo fue ese momento? ¿Qué fue lo que pasó?

 Yo no recuerdo nada. Siempre me preguntan lo mismo, y yo no tengo una respuesta. Tengo recuerdos hasta el kilómetro 100. Ahí recogí la bolsa de alimentación, cambié las caramañolas, me metí la comida al bolsillo y seguí. Lo siguiente que recuerdo es que me desperté en el hospital a los dos días.

El que sabe es [Jarlinson] Pantano. Él estaba detrás de mi. Dice que era una curva a la izquierda con una rotonda pequeña, donde había un andén. Que posiblemente yo cogí el andén, seguí derecho en la curva y, como estábamos en un pueblo, había una señal de tránsito. Me estrellé de cara contra esa señal. Pantano cuenta que yo no reaccioné. Ni siquiera frené, no la esquivé. Nada. Directamente, a cincuenta kilómetros por hora, me estrellé con eso.

Usted abre los ojos y ya han pasado dos días. ¿Desde qué momento tiene ya recuerdos? ¿Cómo fue despertarse después de semejante accidente?

Lo siguiente que recuerdo es simplemente despertarme y estar en el hospital. Estaba Oscar Peliciolli, yo lo miré y le pregunté: Oscar, ¿qué pasó? El me dice, "No. Mira, tranquilo. Te caíste y te fracturaste la clavícula. Pero, ya estamos en el hospital. Estás bien. No te preocupes. Ya estás despierto. Ya estás fuera de peligro. Entonces yo le digo a Oscar que quiero hablar con mis papás. Y ahí él pausa un momento y me cuenta que yo ya había hablado con mis papás. "Ya los has llamado dos o tres veces" dice Pelicciolli. Y es cuando me dicen que ya han pasado dos días.

De todas maneras yo llamé a mi papá y le conté lo que había pasado. Él no me dijo nada, pero yo ya le había contado lo mismo tres veces. Yo de eso no me acuerdo.

Supongo que también le dijeron de qué se trataba la lesión. ¿Qué le pasó exactamente en la caída? ¿Cuáles eran las lesiones? 

Fractura de clavícula, trauma craneo-encefálico, fractura de mandíbula, fractura de un hueso del oído, fractura del cuádriceps -aunque no se bien por qué le dicen así, pero fue lo que me dijeron que tenía-, tuve sangre en el pulmón derecho, y, creo, que ya.

¿Es decir que usted debió pasar un montón de tiempo en ese hospital? ¿Quién lo acompañaba? ¿Cómo hizo para recuperarse? ¡Porque usted debió quedar muy mal!

Los primeros días tuve que quedarme en el hospital esperando que pasara el trauma craneo-encefálico. Porque igual no me podían hacer la cirugía de clavícula así. La clavícula quedó totalmente descompuesta. Esperamos tres o cuatro días en el hospital. Ya disminuyó un poco la inflamación, y me dejaron ir a la casa, a que desinflamara totalmente.

Pero yo no me fui para mi casa. Me fui a la casa de una señora que vive en Villongo. Es una colombiana, de Medellín, se llama Angélica. Ella está casada con un italiano que se llama Alessandro Bellotti. son unas excelentes personas. Tanto que ellos me dejaron quedar en su cama y ellos dormían en el sofá.

Ellos me cuidaron como a un hijo. Me llevaban la comida a la cama, me ayudaban a bañar, me vestían. Me hacían todo, porque, por la fractura en el oído y por el trauma, yo me mareaba mucho y perdía el equilibrio. Fue muy bonito con ellos. Nadie va a hacer algo así por un desconocido.

Esteban (Izq) con sus compañeros del Team Colombia, en días previos al Trofeo di Laigueglia 2013. Foto: Bettini.

Es una historia muy parecida a la de Rigoberto Urán, ¿cierto?

Es muy similar. Sino que ellos no solo son mi familia, sino que ellos nos adoptaron a todos los del Team Colombia. Ellos quieren mucho a Michael [Rodriguez], a Alexis [Camacho], a [Edwin] Ávila. Con [Wilson] Marentes, también tienen una bonita relación. Con Juan Pablo Suarez. Con todos.

¿Cuánto tiempo pasa usted así? ¿Cuánto tiempo pasó usted con los Bellotti?

Así estuve como seis días. Al quinto o sexto día ya estuve bien, y me dejaron ir al hospital, porque ya había bajado la inflamación. Me llevaron para hacerme la cirugía porque ya había desinflamado totalmente el cerebro.

Lo operan en Europa, ¿y qué pasa? ¿Cuál es el pronóstico?

Me operan en Europa y me mandan para Colombia. Me dicen: recupérese, vamos a hacer el Giro. Tranquilo, no se preocupe. Usted no va a ser el único corredor que llegue a una carrera de tres semanas con una preparación incompleta. Tranquilo.

Y, cuando llegué acá, fui donde el Doctor Gustavo Castro. Yo tengo mucha confianza con él. Él vio las radiografías, todo. Me dijo que me quedara tranquilo, que me iba a recuperar. Entonces, estando ahí sentado con él, me pide que haga un movimiento -Chaves dobla los brazos hacia adelante, en escuadra, y trata de separar los codos de su torso. El brazo izquierdo cumple con el movimiento sin problemas. El derecho apenas se separa unos diez centímetros del cuerpo.-

El Doctor Castro se preocupó y puso una cara... Entonces me pasó el dedo por detrás del brazo, desde el hombro, bajando como hacia el codo, y me preguntó: ¿siente? Y yo no sentía nada. Le dije que no sentía nada. Y la respuesta fue: "huy, marica, usted tiene dañados los nervios. Pero no se preocupe, no se alerte. Tranquilo"... bla bla bla. Me pidió que no encendiera las alarmas pero que había una posibilidad de que estuviera dañado el nervio axilar.

Lo que yo hice fue preguntarle cuánto se demoraba la recuperación de eso. Pero no me dijo nada. Me dijo que me hiciera un examen primero. Ahí fue cuando me preocupé. Ahí fue cuando dije, juemadre, esto es grave.

De ahí salí a hacerme una electromiografía.

¿El Doctor Castro qué especialidad tiene?

Él es ortopedista. Fue el que estuvo en los olímpicos con Mariana Pajón. Operó a Sergio Luis Henao. Cuando Fabio Duarte se cayó en el Giro, que estaba en el Geox, también fue donde el Doctor Castro. Todos lo conocemos.

Le hacen el examen muy rápidamente, como lo recomendó Castro, y ¿qué pasa? ¿Qué sale en el examen?

Me hicieron un examen de todo el brazo, la mano, la espalda. De todos los músculos desde la mano hasta el hombro. Todos estaban bien. Pero cuando llegaron al hombro, y me dijeron, muévalo: nada. No salió nada. Denervación total del nervio axilar y denervación total del nervio supraescapular.

Salí de una vez donde el Doctor Castro con los exámenes. Me senté con él y fue cuando me dijo: "Chavo, esto es grave.". Le pregunté cuánto se demoraba eso en sanar, o qué había que hacer. La respuesta del Doctor Castro fue: "Yo tengo que hablarle a usted con la verdad. Hay gente que no se recupera de eso. Usted se tuvo que haber dado un golpe muy, muy duro, para que se le dañaran los nervios.". Y me recomendó empezar a hacer fisioterapias, estimulación eléctrica, terapias de sensibilidad. En fin, terapias. Me aseguró que eso ayudaba a recuperar.

Pero, de todas maneras, desde ese primer día se habló de operarme. El Doctor Castro ya estaba pensando en un cirujano que pudiera hacer la cirugía. Se habló del Doctor Julio Sandoval. Pero me advirtió que la intervención consistía en "platanear" el brazo -Chaves hace con las manos una mueca que muestra como se abre radicalmente, en dos, el músculo de su pierna-. Me dijo que era muy difícil. Que tenían que entrar y abrir todos los músculos hasta encontrar los nervios y pegarlos. En general, que el pronóstico era muy difícil. Y que ojalá las terapias dieran resultado.

Así que usted salió de ahí a dedicarse a las terapias, a tratar de vencer la realidad brutal de una operación tan complicada, y que no tenía garantías. ¿Cómo fue ese tiempo? ¿Hubo algún avance con las famosas terapias?

Duramos dos meses en terapias. Yo empecé a ganar algunos movimientos. El músculo que levanta el brazo es el hombro. Y yo sentía que sentía más. Estaba empezando a poder alzar el brazo. Las terapias estaban funcionando.

Me fui donde el Doctor Castro. Él me veía cada 15 días. Pero en esa cita, a los dos meses de terapias, quedamos contentos de ver que recobraba movimientos. Me mandó a hacer otra electromiografía.

-Silencio. Chaves gira la cara. Estamos en un descampado, sentados en un prado mientras varios ciclo montañistas terminan de correr una carrera de domingo. "El Chavito" pierde, por unos segundos, la mirada en el infinito. Con la mirada sombría de quién intenta contener una lágrima fugaz, sigue hablando-.

Me hicieron el examen y el diagnóstico fue denervación total del nervio axilar. Ese fue el día más difícil. -Pausa-

Uno viene con la esperanza de que se está recuperando, pensando que iba a correr el Giro d'Italia. Yo ya estaba hasta montando en bicicleta, porque hasta encontré la forma de montar en bicicleta. Yo solo pensaba en el Giro. Y sale eso...

Fue un bajón.

En todo caso, mandamos los examenes a Italia. Y desde allá me dijeron que viajara, para que me hicieran allá los exámenes. Que ellos querían ver qué tan grave era. En el equipo me decían que iban a buscar el mejor cirujano del mundo. En general me pedían que me quedara tranquilo. Que la lesión era grave. Que tuviera calma.

El dictamen fue el mismo. Con una diferencia: allá querían que esperara dos meses más, y luego, sí hacer la cirugía. Es decir, lo mismo que me habían dicho en Colombia, dos meses antes. Lo que significaba que sería esperar cuatro meses.

Me senté con Claudio [Corti] y con ellos y les dije que yo me iba a hacer operar en Colombia. La respuesta de ellos fue que esperara un poquito más. Ellos son gente más, digamos, pasiva. Los médicos acá en Colombia son de la escuela americana, y prefieren actuar de una vez. No es que unos sean buenos y otros malos. Son dos formas diferentes de hacer las cosas.

¿En algún momento, tanto allá como acá, alguien le explicó el porqué de los dictámenes? ¿De qué se trataba la espera y de qué se trataba el afán. 

Sí. El Doctor Sandoval fue el que me explicó. Lo que pasa es que el nervio entra en un músculo, como entra el hilo en una aguja. Son varios hilos y cada uno debe inervar la fibra que le corresponde. Eso para que el músculo reaccione.

Y bueno, lo que pasa con un músculo es que funciona como una planta. Si uno deja de echarle agua a una planta, la planta se marchita. Que fue lo que me empezó a pasar a mi, yo empecé a perder masa muscular en el hombro. Entonces hay que volver a ponerle agua a la planta.

Lo que pasa es que, igual que con las plantas, si el tiempo en el que uno no les pone agua es muy largo, así después les ponga, ya no viven. Se mueren.

El Doctor Sandoval me dio una ventana de tiempo de seis meses. Pasados seis meses de la denervación, aunque se hiciera la cirugía, ya el músculo no iba a vivir. El músculo ya no iba a funcionar. Por eso tocaba hacer la cirugía inmediatamente.

Pero esa urgencia pasa por unas gestiones previas. Quiero decir, a nadie lo operan de la noche a la mañana. Menos cuando están implicados varios seguros y etc. ¿Cómo resolvió usted esas talanqueras, digamos, burocráticas? ¿Quién pagó por la cirugía?

Claro, no. Una cirugía toca programarla, toca ver quién va a pagar, toca ver cómo van a ser las cosas. Yo, de todas maneras, ya le había dicho a Claudio [Corti] que me iba a operar acá. Le había explicado que esta es mi casa y todo iba a ser más cómodo. Él me dio la confianza para hacer las cosas como a mi me parecía. Claudio es como "sicólogo", siempre me decía que tuviera la convicción de que las cosas iban a salir bien, que yo estaba para grandes cosas. Que tuviera calma.

Regresé a Colombia y me dediqué a hacer todas las vueltas en Bogotá. Lo primero que hice fue ir a Coldeportes. Allá nos ayudó Antonio Arias. Nos dio la tranquilidad de saber que ellos estarían dispuestos a pagar por la cirugía. Igual, al final, la cirugía se pagó con un seguro que suscribimos obligatoriamente en Italia, con el equipo. Básicamente la cirugía se pagó, llevamos los recibos y ellos me reembolsaron el dinero.

Viene la cirugía. ¿Cómo fue eso? ¿Cómo fue la "plataneada"?

Hicimos la cirugía. Duró 9 horas. La llevaron el Doctor Sandoval, el Doctor Castro y un residente suyo. La operación consistía en encontrar el nervio radial, que controla el biceps y el triceps. Ese nervio tiene tres ramas. Entonces, la idea era encontrar una de esas ramas y hacer un "circuito" con el nervio axilar. Como el nervio radial sí estaba enviando energía, entonces se trataba de encontrar el "cable" y pasarle energía del nervio radial. Eso se hace con un pegante, pero es microcirugía, porque el nervio es más delgado que un pelo. Bueno... Se hizo eso en la primera parte de la cirugía.

Faltaba el supraescapular. Empezaron a buscar el nervio, y cuando lo encontraron, se dieron cuenta de que la zona donde se había roto, estaba dañada. Entonces necesitaron cortar ese pedazo que ya no servía. Como con el nervio axilar, la idea era hacer un circuito, conectar los cables dañados con algún cable que estuviera sirviendo. En la espalda, tocaba con el supraespinoso.

Pero, cuando quisieron hacer la conexión, como habían tenido que recortar el nervio, el supraespinoso ya no alcanzaba. Grave.

El Doctor Castro se había metido mucho con el caso. Él es muy buena persona. Incluso me había operado antes de la mano, cuando me fracturé el escafoides. Todo el equipo médico estaba muy involucrado con el caso. Mis papás estaban afuera, esperando. Los médicos, todos, conocían a mis papás. Ellos pensaron que no podían cerrarme y después decirle a la familia que no lo "arreglamos".

Como buenos colombianos, encontraron la forma de hacerlo. Me sacaron un nervio de otro lado y con ese, que funciona exactamente como un cable, me arreglaron. Resulta que en la pierna hay un nervio, que es el único nervio del cuerpo que es solamente sensitivo, no sirve para funciones motoras.  Lo que hicieron fue que me voltearon, me sacaron un pedazo de ese nervio, y ese pedazo de cable,  lo usaron en la espalda.

Ubicación del nervio axilar. Ilustración: AO Foundation.


Claramente no era cualquier cosa la cirugía. ¿Sintió mucho dolor? ¿Cómo fue la recuperación? 

Como habíamos tocado los nervios, me tocaba estar tres semanas completamente inmóvil. Pero no tuve dolor. Ni siquiera me tomé la medicina que me recetaron para el dolor. Estaba con el brazo en un cabestrillo y me tocaba usarlo hasta para bañarme.

Pasadas esas tres semanas, otra vez empezar a hacer terapia. La esperanza era ver los resultados pasados cuatro meses. Hicimos la primera electromiografía, después de la operación, y el nervio ya estaba conduciendo energía, aunque todavía no estaba inervando el músculo. Lo que pasaba era que el cable ya transmitía energía, pero no lograba encender el bombillo.

Era algo. Algo mínimo. Pero los doctores se ponían muy felices. Yo les llevaba los exámenes y ellos se ponían muy contentos, ¡juep@*#, Chavo, está mejorando! Y yo ahí, sin poder moverme, nada. Pasaban los días, hacíamos las terapias, y no avanzaba nada.

Hace como un mes y medio, tuve que viajar a Europa por un tema de la aseguradora. Estando allá, me hicieron otra electromiografía y encontraron que, aunque muy mínima, ya hay una ligera inervación del músculo. Una fibrilación muy, muy pequeña, pero es un comienzo.

-Esteban ha recobrado, con el paso de los últimos minutos, la sonrisa que siempre lo acompaña. Ahora, su rostro demuestra una felicidad contagiosa. La esperanza de una buena recuperación, después de tantos meses de lucha, trasciende fuera de su cuerpo-.

Igual, toca seguir trabajando. Seguir con las terapias, todo. Para que el nervio inerve todas las fibras y yo pueda recuperar todo. Bueno, no todo, pero que pueda usar el músculo. Así vamos en el tema de la cirugía.

Antes de que cerremos este tema tan duro, quería preguntarle: ¿Todo ese tiempo cómo hizo para seguir entrenando? ¿Rodillos? 

Fue un proceso. Después de la cirugía, empecé a montar en bicicleta un mes y medio después. En rodillos. Al tiempo, ya salía. Sin el cabestrillo. Con el brazo apenas ahí, puesto. El cuerpo es muy inteligente y encuentra la forma de hacer las cosas. Yo ya me paro en pedales completamente normal, ya salto huecos, me subo a los andenes, bajo. Todo normal.

Y llegamos al último tema. El Orica. Todo este proceso de recuperación se viene dando, pero al mismo tiempo usted está negociando con un equipo Pro Tour su entrada al pelotón de la primera categoría. Al World Tour. Lo cuál habla mucho de su calidad. De que efectivamente la lesión llegó en un momento en el que usted estaba empezando a llamar la atención del mundo del ciclismo. ¿Cómo llega el Orica hasta usted? ¿Quién lo contactó? ¿Qué le dijeron acerca de la lesión? 

Ellos me buscaron pasada la primera mitad del año. Sabían que yo no tenía contrato para 2014. Neil Stephens, uno de los fundadores del equipo, y también uno de los directores técnicos, había estado en el Tour de l'Avenir, como seleccionador australiano, cuando yo gané, y me había visto en la Vuelta a Burgos.

Se consiguieron mi número con Rigoberto. Stephens y Urán habían trabajado juntos en el Caisse d'Epargne. Me llamaron. Me dijeron que ellos sabían que yo tenía un problema, pero que no me preocupara. Querían hacerme unos exámenes y unas pruebas, si eso les mostraba que podía montar en bicicleta, me contrataban.

Claudio Corti conversando con Esteban Chaves durante la Vuelta a Colombia 2013. Foto: La cadenilla © 2104.


Y me fui. Yo estuve con ellos en septiembre, en Girona, donde voy a vivir. Todo con permiso de Claudio. Claudio entiende, al comienzo se molestó un poco, pero él es una gran persona. Al final fue Claudio el que terminó ayudándome a afinar el contrato.

¿Y cuál era la prueba?

Montar en bicicleta con el equipo que iba a hacer el Campeonato Mundial de Contrarreloj por equipos. Estuve cuatro días con ellos. Me vieron y dijeron: "no, mijo, usted está montando en bicicleta perfecto. Tranquilo, vea, firme acá." -Risas-.

Desde entonces usted hace parte de un equipo que tiene su base al otro lado del mundo. En Australia. ¿Cómo le fue en la primera concentración con los verdes? ¿Tuvo problemas con el idioma? 

No hubo problemas con el idioma. Neil habla español, está casado con una española. Iván Santaromita, Daryl Impey o Brett Lancaster, hablan italiano, entonces me puedo entender con ellos. No fue tan difícil.

Eso sí, es un cambio muy grande. Ver la infraestructura de un equipo más grande. Con corredores importantísimos como Simon Gerrans. Juepucha, uno lo mira y dice: "¡Es Simon Gerrans!". Es otra cosa.  -La felicidad del "Chavito" es contagiosa-.

El primer contacto con ellos fue súper chévere. Todos son muy buena gente, muy tranquilos. Todos están al tanto de la lesión, entonces me cuidan. También soy de los más pequeños en edad, entonces siempre están enseñándome cosas. Esto se hace así. Vaya más rotado. Entrene así. No coma esto, coma esto otro. Cosas de ese estilo. Son todos muy profesionales. Los mecánicos, los masajistas. Todos.

¿Dónde estuvo concentrado? ¿Qué hacen una vez están allá?

Llegamos a Sydney. Estuvimos una semana haciendo exámenes. Medidas de la bicicleta, de la ropa. Conociendo a todos los muchachos. Conferencias de los patrocinadores. Fuimos al Centro Nacional del Deporte de Australia. De todo.

La siguiente semana nos fuimos a la montaña australiana. En un lugar que se llama Falls Creek, en Victoria. Entrenamos muy duro con ellos, por siete días.

Chaves con sus nuevos colores. Foto: Orica GreenEDGE.


Usted estaba programado para correr el Tour de San Luis. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué decidieron guardarlo un tiempo más?

Entrenábamos muy duro. Más de cinco horas diarias. Igual teníamos el masaje, la alimentación todo. Terminada la concentración, yo me vine para Colombia a preparar San Luis. Y, hablando con el equipo, decidimos esperar un poquito más hasta Mallorca. Hay una lesión vieja en una pierna, que se descuidó con lo del hombro. Pero no es nada de importancia. Fue por eso.

Esa sería, entonces, su primera competencia tras un año muy difícil. La primera vez en el pelotón después de una caída tremenda que casi le arranca de un tajo todo lo que usted venía construyendo. Lo que me lleva a preguntarle, necesariamente, ¿cómo se siente para Mallorca? 

Muy bien. Ansioso. Con muchas ganas de volver a correr. Se sienten nervios, ansiedad, susto. Me pregunto cómo será estar otra vez en el lote. Pero, bueno, ahí vamos a ver qué. La idea es solo coger kilómetros. Yo solo voy a hacer las dos carreras suaves. Las dos etapas planas. Una de 115 kilómetros y otra de 160. La idea es rodar ahí, y ya.

¿Y después de eso qué viene?

Hago Langkawi, que también se hará igual: Rodar. Si el resultado se da, genial. Si no, no importa. Es rodar. Luego ya es más durito. Hacemos Catalunya, País Vasco y las Clásicas de las Ardenas.  Ya para ese momento, esperamos que la pierna esté mucho mejor, y que me sienta mejor en el lote.

¿Eso significa que según esos resultados estarán planeando el resto de la temporada? ¿Cómo han presupuestado el tema de las Tres Grandes? ¿Es verdad que estará en la Vuelta a España?

Eso es verdad. Pero igual lo tenemos claro. El Giro es muy pronto. El Tour es muy duro. La Vuelta, como ya es a final del año, entonces ya estaré mejor en el lote, ya me encontraré mejor. Vamos a hacer La Vuelta.

¿Y, hay preparación para disputar la Vuelta a España?

Vamos a ver. Uno sueña: Ojalá dispute tres etapas, y quede entre los 10, y gane la montaña. Ser el mejor de los jóvenes. Pero... Vamos día a día. Paso por paso.



Nos despedimos de Chaves con la certeza de que estamos viendo las últimas horas de un túnel muy oscuro. Chaves supo superar la prueba más dura que le ha puesto la vida por delante, y salir del otro lado con los dos pies bien plantados en la máxima categoría del ciclismo mundial. Como solo los grandes lo hacen. La Cadenilla estará siguiendo cada uno de sus pasos.



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viernes, 7 de febrero de 2014

EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD. Entrevista con Esteban "El Chavito" Chaves. (Parte 1)

En 2013, apenas comenzando la temporada, Colombia casi pierde a una de las más grandes promesas del ciclismo que haya surgido en las últimas décadas. Un joven, entonces con 23 años, formado en las escuelas de ciclismo bogotanas, y aupado por un padre completamente enamorado del deporte de las bielas. Para el momento de ese brutal accidente, ese ciclista menudito, ya había ganado el Tour de l'Avenir y había sido el protagonista de varias carreras en el Viejo Continente.


Esteban "El Chavito" Chaves. Foto: La Cadenilla © 2014.

Esteban Chaves no empezó siendo el mejor ciclista de su generación. Chaves no fue un niño prodigio, que se acostumbró a ganar desde temprano. "El Chavito" supo mantenerse constante y, con disciplina, subir la larga escalera que hay entre aprender a montar en bicicleta y el poder correr más rápido que los demás, en un pelotón con los mejores pedalistas del mundo.

Fue precisamente en ese momento, cuando las sensaciones eran las mejores, cuando la sumatoria de miles de kilómetros de competencia empezaba a llevar a la madurez al fuera de serie que hay en las piernas de este escarabajo, que se atravesó el infortunio y puso en riesgo toda esa dedicación, todo el empeño y los sueños de otro de los grandes de esta generación de Los Escarabajos.

La Cadenilla conversó con Chaves a cielo abierto, en las montañas de Tocancipá, cerca a Bogotá, mientras su hermano menor, Bryan, corría una carrera de ciclo montañismo. A pocas horas de subirse a un avión, y a solo días de regresar a las competencias en la élite mundial. Con la incertidumbre a flor de piel, pero con la tozudez de los que quieren siempre ganar. Y con esa eterna sonrisa. 


Esteban, muchas gracias por recibir a La Cadenilla y por regalarnos estos minutos para conocerlo y poder contarle a nuestros lectores quién es, de dónde viene y para dónde va "El Chavito" Chaves.

Empecemos por el comienzo: Cuéntenos, ¿cómo fue que llegó al ciclismo? Sabemos que su padre es más que un enamorado de las bicicletas. ¿Cómo fue que usted terminó dedicándose a las bielas?

Yo empecé a montar en bicicleta a los 13 años, con mi papá. Fue para una carrera que hice, un duatlón. Yo era atleta.  Era un duatlón familiar, de 4 kilómetros trotando y como 20 en bicicleta.

¡Es decir que sus primeros coqueteos con la bicicleta fueron de una vez compitiendo!

Sí, compitiendo. Y me fue mejor en bicicleta que corriendo. Y, ¡supuestamente era atleta! -Chaves es un hombre que está constantemente sonriente y se ríe siempre de sus propias ocurrencias-.

¿Y esa es la misma anécdota de su antojo por una bicicleta en especial. Su primera bicicleta? ¿Cómo es esa historia?

Mi papá la pidió prestada para esa carrera, para el duatlón. Esa bicicleta era del profe Oliverio Cárdenas, y a mi me quedó gustando. Entonces yo empecé a pedirle y pedirle a mi papá que la compráramos. Al final, decidimos comprarla. En esa empecé a montar en bicicleta.

Era una cicla hecha acá, pero estaba pintada como Colnago. Era un bicicleta pequeña, de niño. Tenía todo Campagnolo. Era súper bacana.

Cumplido el antojo, ¿qué pasa? ¿Como empieza a ponerse serio con el ciclismo?

Después de tener la bicicleta, empezamos a preguntar y encontramos una escuela de formación ciclística. Era el Club Monserrate. Antes no era como ahorita, que los muchachos solo salen a entrenarse y ya, sino que íbamos al velódromo, hacíamos gymkhanas*, nos enseñaban a montar en la pista. Era realmente formación. Ahora mismo, eso hace falta con los niños en Bogotá.

*Gymkhana es una serie de ejercicios de habilidad, con origen en la equitación, pero con grandes resultados en la formación de ciclistas de todas las disciplinas.

Íbamos a los chequeos; a veces salíamos a rodar los fines de semana, otras veces no; salíamos a los circuitos... Y así fue mi categoría infantil. Luego ya pasé a pre-juvenil, y entonces ya se puso un poquito más serio. Ya toca empezar a entrenar con la Liga, uno va a los campeonatos nacionales, a la Vuelta al Futuro. Y así es que empieza todo.

Esteban Chaves. Foto: Cycling Inquisition.

¿Como fueron esos primeros años de competición? ¿Cómo le fue en esas primera pruebas?

 Los primeros nacionales solo corrí ruta. Porque uno corre dos años de pre-juvenil y dos de juvenil. De pre-juvenil de primer año quedé noveno en la ruta y no corrí pista. Luego corrí la Vuelta al Futuro y quedé 16.

El siguiente año corrí otra vez los nacionales, pero corrí pista y ruta.  Quedé sub-campeón en la prueba por puntos; quedamos medalla de bronce en la persecución por equipos; en la contrarreloj quedé segundo; y en la ruta me metí ahí en un embalaje, pero no recuerdo bien como quedé. Ese año, en la Vuelta al Futuro, quedé como 70.

Después ya pasé a la juvenil, al mismo tiempo que se hizo el equipo de Bike House, que dirigía "El Parlante" Agudelo. Con ellos corrí las dos Vueltas del Porvenir. En la primera, que fue en Antioquia, quedé como de 20. En la siguiente, que fue en Cundinamarca, quedé de sexto. También, como juvenil de segundo año, quedé campeón nacional en el scratch, en la pista.

Ya a los 19 años, pasé al Colombia es Pasión. Ahí estuve hasta los 21. Después, con 23 y 24 años, estuve en el Team Colombia Coldeportes, y ahora en el Orica.

Detengámonos un momento en ese periodo del Colombia es Pasión. ¿Cómo fue estar bajo la batuta del profesor Saldarriaga?

Bien. Con el profe [Luis Fernando] Saldarriaga, con el profe Jenaro [Leguizamo] y con el profe Oliverio [Cárdenas], me fue bien. Cuando yo estaba en la Liga de Bogotá, el entrenador era Saldarriaga, nunca perdimos la pista con él. Cuando fue la Vuelta al Porvenir, me dijo: Si hace un buen resultado, entramos al equipo. Y así fue. El profe fue el que habló por mi y entramos al equipo, como primer año sub-23.

Esteban Chaves y Luis Fernando Saldarriaga. 

El primer año fue el más duro, porque tuve una lesión y duré los primeros seis meses sin correr. Luego hice la primera carrera, que fue la Clásica del Carmen de Viboral, que también estuvo difícil, pero ahí terminé. Luego estuvimos acá, en la Vuelta a Cundinamarca, que me fue bien. ¡Quedé de líder! Esa fue la primera vez que gané con ellos.

Fue bonito porque estaban corriendo todos, porque faltaba poquito para el Clásico [RCN]. Entonces estaban todos los equipos, la carrera estuvo bien organizada. Y todos decían que el "chiquitico" le había ganado a Sevilla, que le había ganado a Don José ["Chepe" Castiblanco], que le había ganado... ¡mejor dicho! Al otro día salí de líder pero perdí el liderato. -Siempre entre risas-. A la final gané la sub-23, que la disputé con Camilo Castiblanco, en un circuito en Cogua. Y ahí empecé bien.

En general, trabajar con el Colombia es Pasión fue muy bonito.

Esteban Chaves vestido de líder en la Vuelta a Cundinamarca de 2009. Foto: Colombia es Pasión.

¿Y es entonces cuando llega la oportunidad de ir a Europa, cierto? ¿Cómo fue ese primer viaje con el Colombia es Pasión?

Fue a los 20 años. Como segundo año de sub-23. Teníamos que hacer la Copa de Naciones para poder clasificar al Tour de l'Avenir. Entonces hicimos la Copa de Naciones en Portugal, hicimos una carrera en Mallorca de amateurs, hicimos otra Copa de Naciones en Italia. Estuvimos en Europa, la primera vez, como dos meses.

Después regresamos a correr algunas carreras aquí en Colombia. Viajamos a Canadá a hacer una carrera de la Copa de Naciones, también. En esa nos fue bien, porque [Camilo Suarez] Albarracín quedó segundo y se cogieron los puntos para ir al Tour de l'Avenir.

A final de ese mismo año, volvimos a Europa para correr la última carrera antes del Tour de l'Avenir.

Ese es el Tour de l'Avenir que ganó Nairo Quintana. Uno en el que el Colombia es Pasión hizo moñona. Usted estuvo portando la camiseta de las pepas rojas, la de Los Escarabajos. ¿Qué recuerda de ese Tour de l'Avenir y por qué al final no fue usted quien se quedó con el Maillot a Pois Rouges?


Jarlinson Pantano y Nairo Quintana. Tour de l'Avenir 2010.

Bueno, lo que pasó es que yo iba líder de la montaña pero me caí y se quedó con la camiseta [Jarlinson] Pantano. Ese día yo salí con la camiseta de las pepas, luego, en una bajada, me quedé y terminé con el grupetto. Subimos al último premio de montaña. Ya íbamos suave, porque era el grupetto... era el último grupetto. Bueno, subimos ese premio y, bajando, en una curva a la derecha que estaba entre árboles, cuando uno terminaba de girar, los árboles se desaparecían. Estaba haciendo mucho viento y cuando yo cogí la curva, el viento me sacó de la carretera y caí de cabeza.

Se inflamaron unas vértebras, eso salió en la resonancia que me hicieron, y entonces dijeron que lo mejor era que no corriera al otro día. Y ahí le quedó la camiseta a Pantano.

Nairo Quintana gana el Tour de l'Avenir en 2010. Foto: Gilberto Chocce.

Y llega el Tour de l'Avenir del 2011. ¿Cómo fue ese Tour?

Bueno, como ya había ganado Nairo, entonces no hicimos las Copas de Naciones, porque ya estábamos clasificados. No recuerdo bien si ese comienzo de año corrimos en Europa o no. De todas formas, corrimos aquí en Colombia.

Ese año las dos principales cabezas éramos Nairo y yo. Un día, Nairo quedó en un corte atrás. Por delante quedamos como unos 20 corredores. Y, preciso, al grupo de Nairo le pasó el tren. Entonces yo quedé como el hombre en cabeza del equipo.

En la etapa dura de montaña, que fue muy difícil, porque tuvimos muchos problemas con la bicicleta de Nairo, con mi bicicleta, fallaron los cambios... De todo, yo quedé segundo en la general, a siete segundos. Faltaban las últimas dos etapas.

En la última etapa quisimos dejar al líder. Lo intentamos en una subida y no se quedó. Faltaba una subida, pero de un kilómetro, ¡no era nada! Yo ya me había entregado. Ahí fue cuando atacó Michael Rodriguez con un italiano, Mattia Cattaneo, que quedó de tercero en ese Tour. Yo salí a marcar al italiano, porque él iba detrás de nosotros, también. Y así nos fuimos. Hicimos la última bajada, de siete kilómetros, y le sacamos más de 20 segundos al grupo. Faltaban unos seis kilómetros planos y el lote no nos alcanzó.

El líder no tenía equipo, entonces le tocó ponerse sólo al frente, mientras que adelante éramos cuatro cambiando [por relevos**], y al final gané el Tour por siete segundos.

**En un grupo de ciclistas, la posición de adelante, la de quien rompe el viento, se va relevando entre quienes lo componen. Esto ahorra energía y ayuda a rodar a mayor velocidad, por más tiempo.

Esteban Chaves flanqueado por el gran Bernard Hinault, al proclamarse campeón del Tour de l'Avenir. Foto: Phoca. 

Ese día usted tuvo problemas con su bicicleta. Y salvó el día gracias a Nairo Quintana, y a una pequeña "trampa" que hicieron con el vehículo de asistencia del equipo. ¿Qué fue lo que pasó ese día con las bicicletas y cuál fue la "jugada" que hicieron?

Fue en uno de los premios de montaña. El grupo se había partido y habíamos coronado adelante. Cuando uno va subiendo, va con el plato pequeño. Para empezar a bajar, yo hice el cambio al plato grande, y la cadenilla se cayó. Cuando miré, estaba toda enredada en la biela. A mi se me vino todo abajo. No sabía que hacer. Ahí llegó Nairo y me dijo: "¡tome mi bici!" y me la entregó. Pero él usa biela 172††, y yo uso 175, era muy incómodo pedalear con esa bicicleta.

Para los no iniciados, "plato" se llama al piñón que mueve la cadenilla en la zona de los pedales. En el centro de la bicicleta. En las bicicletas de ruta se usan solo dos platos. En las de MTB, generalmente, se usan tres.
††Milímetros. El largo de la palanca que une pedal y plato.

El daño en la biela que dejó el percance mecánico de Chaves, en el Tour de l'Avenir de 2011. Foto: La Cadenilla © 2014.

Luego volvió Nairo y me dijo que cambiáramos otra vez, y me entregó mi bicicleta. Pero cuando me monté en esa bicicleta, estaba mal. Cada tanto algo saltaba en la pacha***. Lo malo era que la carrera ya se había puesto feita y no había tiempo de bajar al carro.

***Pacha: el juego de piñones que va en la rueda trasera.

Ahí fue cuando el Profe Saldarriaga pasó adelante con Jimmy, el mecánico. Ubicaron el carro a un costado, y me dieron otra bicicleta, casi a escondidas. Era mi bicicleta de repuesto, con mis medidas. Y con esa bicicleta terminé. ¡Ese día nos pusieron una multa de 50 o 100 marcos suizos, por hacer esa "hazaña"!

Es que uno no puede cambiar de bicicleta así, no se puede hacer al frente. Uno debe bajar hasta el fondo del pelotón y allá, cambiar la bicicleta. En eso consistió la "trampa".

La bicicleta de Esteban Chaves, con la que corrió el Tour de l'Avenir en 2011. Foto: La Cadenilla © 2014.

Al año siguiente, en 2012, es cuando se conforma el Team Colombia Coldeportes. Usted entra inmediatamente a pertenecer a ese equipo. El primer equipo completamente colombiano con posibilidades de regresar a alguna de las tres grandes carreras del mundo, en más de dos décadas. Especialmente se hablaba del Giro d'Italia, precisamente porque el equipo iba a ser dirigido por Claudio Corti. ¿Cómo se da su paso al Team y cómo fue adaptarse a lo que ese cambio implicaba?

Eso fue después de ganar el Tour de l'Avenir. Salió la noticia de que iban a hacer un equipo de Coldeportes. Que iba a ser dirigido por Claudio Corti, que íbamos a estar radicados en Europa. Que posiblemente estaríamos en el Giro, porque Claudio había trabajado con el Barloworld y tenía muchos contactos allá.

Y así fue. Empezamos a trabajar con Claudio. Nos radicamos en Italia. Que fue un gran cambio. Totalmente. Ya no entrenábamos acá, sino allá, con el frío. Haciendo todo el calendario italiano, las carreras difíciles. Un cambio fuerte.

Chaves, Luis "El Jardinerito" Herrera y Claudio Corti.

¿Qué carreras alcanzó a hacer en esa temporada?

Hice el Trofeo de Laigüeglia, Tirreno Adriático, Tour de Turquia, el Giro del Apenino... No las recuerdo todas.

¿Y cómo le fue en general en esas carreras, en esa primera temporada completamente europea?

Los primeros seis meses me fue muy mal. La Tirreno Adriático, que era la primera carrera WorldTour del equipo, no la terminé. Subieron más rápido Cavendish y Cancellara que yo. No es que yo esté diciendo que ellos son malos ciclistas, pero se supone que yo era el escalador del equipo y que el equipo era de escaladores, entonces... Pues fue muy difícil.

Nos cambió la perspectiva del ciclismo. Para mi y para muchos de los compañeros. Porque aquí uno está muy consentido, uno va y entrena siempre a 20 grados, hace 40 kilómetros de subida, y chévere, bacano. En cambio, uno llega allá y se da cuenta que toca hacer mucho más. Que toca salir a entrenar cuando llueve, cuando hace frío. Hacer seis horas, siete horas. En cambio acá uno entrenaba tres o cuatro y con eso ya tenía. Aquí la altura ayuda, es diferente.

En todo caso, los primeros seis meses la experiencia fue así. En las carreras siempre me iba mal. Quedaba siempre en el último grupetto. Cuando la carrera se partía, y quedaban los mejores adelante, yo quedaba siempre atrás.

Chaves, corriendo para el Team Colombia, durante la 62a Vuelta a Colombia, en 2012.

Ya luego, llegamos acá y nos entrenamos acá. Y eso ayuda, porque se le despeja a uno un poco la mente. Ese año hicimos la Vuelta a Colombia. Después de la Vuelta, hicimos la segunda parte de la temporada y, por fin, me fue muy bien.

Gané la última etapa de la Vuelta a Burgos, y quedé tercero en la general. Luego gané Camaiore. Pero ahí se me acabó la pila, entonces las carreras empezaron a ir un poco para abajo. Además teníamos en mente el mundial, que me fue bien, quedé de sexto. Sumándole que era mi último año como sub-23, y teníamos que hacerlo bien. Aunque lo podría haber hecho mejor, ¿no? Uno se siente... Sexto, juepucha, y llegar ahí. Bueno... -Hay risas. Chaves cambia fácilmente del tono introspectivo, a uno en el que termina mejor riéndose de lo que seguro es un leve remordimiento de consciencia.-

Esteban venciendo a Sergio Luis Henao en la Vuelta a Burgos de 2012. 

Y así terminó un buen 2012, Esteban. Uno que necesariamente tenía que ser difícil, por el reto que les representó a todos ustedes viajar a Europa a correr en el Team Colombia. Un equipo que despertó muchas expectativas y que reavivó un sentimiento muy fuerte, que estaba latente en Colombia. El del orgullo que se siente al saber que los mejores escaladores del mundo son Los Escarabajos y que un equipo netamente colombiano estaría de nuevo corriendo una de las tres grandes. ¿Cómo se recibió la noticia y de qué manera empezaron a preparar el regreso, dos décadas después, al Giro d'Italia?

Nosotros terminamos el 2012 sumando los kilómetros que se necesitaban. Entrenando todo lo que hacía falta. Y ahí llega la noticia del Giro. Todos quedamos super contentos. Hicimos la primera carrera, que fue el Tour del Mediterraneo. Para ser mi primera carrera del año, anduve muy bien. Subimos el Mont Farón, que siempre se sube en esa carrera. Subí 15, como a un minuto del primero, que fue Christophe Peraud.

Era la primera carrera, y en comparación a como había empezado el año anterior, era un cambio muy bueno. Yo me sentía mucho mejor, porque, ¿empezar así de bien? ¡Bacano! Después de eso hicimos otra vez el Trofeo de Laigüeglia y ahí fue la caída.

-El semblante y el tono de la voz de Esteban cambian inmediatamente. La sombra de esos días aciagos, aún persigue al "Chavito".-



Espere los detalles de esa caída, las heridas que sufrió el bogotano, y cómo ha sido la recuperación, en la próxima entrega de la entrevista de La Cadenilla con Esteban Chaves.



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domingo, 2 de febrero de 2014

YO SUEÑO CON CORRER UNA PARIS-ROUBAIX. Entrevista con Tomás Restrepo.

Desde los tiempos ya antiguos de Ramón Hoyos. Desde esa doble a La Pintada en la que el Campeonísimo Coppi cayó derrotado, vencido por la dureza de las pendientes en los Andes antioqueños, se ha reconocido el talento innato de los ciclistas colombianos para superar al resto de los mortales cuando la ruta se empina. Desde entonces, como las guayabas, los Escarabajos brotan de las montañas colombianas sin apenas proponérselo.

Ramón Hoyos, José Duarte y Fausto Coppi en la partida de la Doble a La Pintada en 1957. (Foto: Cycling Inquisition.)

Son tantas y tan variadas las razones, así como es intrincado el complejo sociológico que consigue esa abundancia, que no serán objeto de nuestra atención en esta oportunidad. Esta vez nos fijaremos en un fenómeno anómalo. La desviación estándar, dirían unos. La excepción de la regla, apuntarían los más.

Cada cierto tiempo, a esta tierra de escaladores, llega un gigante. Un pedalista que incumple todo lo que se espera de un colombiano en bicicleta. Esa órbita distante, lenta, está llegando al perigeo. En el ciclo de los Escarabajos está llegando la hora de un velocista nato. Uno que puede vencer los cronómetros. Un coloso que podría llevar la bandera de Colombia sobre los adoquines legendarios del Infierno del Norte, y llegar con chances al velódromo de Roubaix.

Ese hombre se llama Tomás Restrepo y, hasta esta entrevista, muy pocos saben de su existencia. Muchos menos son los que se han acercado a él para conocer su historia. Es un tremor armónico in crescendo que está por enviar ondas telúricas por el espinazo de la historia de los Escarabajos. Un nombre más que se suma a la lista de talentos encontrados y formados por Luis Fernando Saldarriaga. Es un diamante en bruto que este maestro pulidor, ha decidido poner sobre su torno. 

Para La Cadenilla fue un placer contar con unos minutos de su tiempo. Y es más que un orgullo llevar hasta ustedes su historia.


Tomás Restrepo. 


La Cadenilla: Tomás, es un gusto para La Cadenilla contar con unos minutos de su tiempo para conocerlo y poder contarle a nuestros lectores su historia, que es un caso extraño en el mundo del ciclismo colombiano. Lo primero sería entonces que nos cuente dónde nació y cuántos años tiene.
Tomás Restrepo: Yo nací en el 1993, en Medellín. El 17 de agosto. Tengo 20 años.

¿A qué edad se encontró Tomás Restrepo con la bicicleta? ¿Cómo se dio ese encuentro?

A ver, mi papá ha sido un gran aficionado al ciclismo. De toda la vida. Corrió toda la vida el Clásico de Ejecutivos y todo eso. Entonces, por él empecé a montar en bicicleta desde muy chiquito. La primer bicicleta que tuve fue una Specialized de montaña.

En ella corrí dos Clásicos de Ejecutivos, de ciclomontañismo. Eso me parece que fue en el año 2000. En uno quedé de segundo y en el otro quedé de cuarto.

Después empecé a montar en ruta. Por ahí a los 11 años, empecé a montar en ruta. Pero no me duró mucho eso, digamos. 

Es decir que se trata de una relación con la bicicleta que viene desde la cuna. ¿Cuándo empezó a tomar el asunto más en serio? 

Es algo muy raro, porque no llevo tanto montando en bicicleta. Llevo menos de un año, porque toda la vida fui deportista de alto rendimiento, fui futbolista, ¿cierto? Toda la vida me dediqué totalmente al fútbol. Hasta los 18 años.

¿Futbolista? ¡Cuéntenos más sobre esa etapa de su vida! ¿La idea fue en algún momento llegar a ser profesional? 

Sí, esa era mi idea. Incluso hice todas mis divisiones menores. Jugué "Pony Fútbol", e hice todas las divisiones menores en un club en Medellín, muy importante, que se llama "Club Deportivo Estudiantil", y este club saca jugadores. Y, ya, después se acabó el club, se acabaron las categorías, hasta la juvenil que era. Ahí me quede sin equipo, y empecé a entrenar con Itagüí.
Estuve entrenando un tiempo con la profesional, y después de ahí, me fui para Estados Unidos a empezar mis estudios. Resulta que la idea era coger una beca con el fútbol. Pero cuando llegué allá, me encontré que el equipo ya estaba armado. Entonces, el técnico me dijo que tenía que esperar hasta el otro semestre para presentarme, que "no se qué". Duré seis meses parado, y eso me mató. Porque seis meses parado, pues, uno pierde todo el ritmo, todo.
Y,  como no pude seguir con la idea del fútbol allá, me compré una bicicleta de montaña y empecé a montar allá, porque yo sin el deporte, no vivo. Empecé a montar, a montar, a montar, porque me gustaba estar en forma. Nunca pensé que iba a llegar hasta este punto donde estoy ya aquí, que la cosa esta tan seria. -Risas-


Tomás Restrepo en sus años como futbolista. 


¿Y es ahí cuando comienza a entrenar seriamente y se dedica de lleno a la bicicleta?

Sí. Mas que todo entrenar y hacer deporte por el gusto. En donde yo vivía había una carrera de montaña, de ciclo montañismo. Yo estaba medio entrenado, y la corrí, ahí, como "por correrla". Yo para eso era muy miedoso, porque yo soy muy grande, y fuera de eso, no soy muy hábil en eso del ciclo montañismo. Pero ya después llegué a Medellín y empecé a montar en ruta y ahí fue donde me empezó a ir bien.

¿Cómo fue eso de Saldarriaga? ¿Cómo es que le llega la voz a Luis Fernando de que le "echara un ojo" a usted? ¿En qué momento termina bajo la dirección de Luis Fernando?

Yo empecé a entrenar. Mi papá, entrena mucho. Entonces yo empecé a salir con él. Y, como él es tan metódico y todo, me miraba y me corregía cosas. "Monte así", me corregía la técnica. Lo normal. Yo empecé a montar con ellos, con el grupo de ciclistas de toda la vida, que es un grupo que tiene nivel. Obviamente en nivel amateur.

Y empecé a entrenar con ellos en semana y los fines de semana. Ellos me veían y decían: “ve, este man que nunca ha montado, y ya sacando a estos manes” (sic). Y así fue que le llegó el rumor a Saldarriaga. Él me contactó y me hizo unas pruebas en el velódromo y en [Las] Palmas, y entonces empezamos a hacer un proceso poco a poco. Él me empezó a mandar planes de entrenamiento y arranqué a entrenar más fuerte con él. Así se empezó a dar todo. 

¿Es decir que usted nunca compitió? Saldarriaga simplemente escuchó acerca de lo que otros veían en sus días de entrenamiento.
Sí, exacto. Fue que la gente empezó a verme y a decir, "como que este pelado tiene condiciones", y entonces este equipo [el 4-72 Pedaleamos por Colombia], que es un caza talentos, digámoslo así, se interesó también, y por eso fue que me quiso hacer las pruebas y así fue que empecé a hacer el vínculo con el equipo.

Tomás Restrepo en manos de Luis Fernando Saldarriaga.


Y ¿Cuando Saldarriaga le dice que quiere verlo en el velódromo, usted ya había rodado en pista alguna vez?

No. ¡Nunca!

¿Y cómo fue esa primera vez? ¿Cómo le fue?

Bien. Pues, fui en la bicicleta de ruta allá, y él me decía que no me metiera mucho al peralte, porque era hasta peligroso. Fuera de eso, iba en una bicicleta de ruta, podía causarme una caída. Pero fue bacano.
O sea, ¿línea roja todo el día?
Sí, línea roja. -Risas-

¿Y? Le hacen las pruebas y, ¿ahí qué pasa?

Yo estuve estudiando en Estados Unidos hasta el semestre pasado. Entrenaba allá sólo, y Saldarriaga me pasaba los entrenamientos. Solamente pude correr una carrera allá, en Estados Unidos, porque cuando llegué, la temporada ya se había acabado, casi.

Restrepo corriendo en EE.UU. 


¿Usted regresa a Colombia y empieza a ser entrenado por Saldarriaga y a estar vinculado con el 4-72 en 2013, apenas?

Sí. En el 2013.

Efectivamente, como usted nos decía al comienzo, todo ha sido cosa de un año.
Sí. El año pasado volví a Colombia, y entrené un tiempo con el equipo. Pero después se dio la oportunidad de venir acá, a Europa, para este equipo español. Más que todo como para ganar experiencia. 

Como yo soy tan nuevo en el ciclismo, me mandaron para acá a ganar experiencia de carrera y explotar todo acá, para después poderle aportar al equipo allá.

Así que, entonces, ¿usted es un novato en el mundo del ciclismo de ruta? Pero, sin embargo nos contaba que viene de una crianza muy cercana al ciclismo. Un padre completamente aficionado a este deporte.

Mi papá, como te digo, la vida de él es la bicicleta. Y, no se, nací con eso. Me gustó hacer deporte y siempre me ha gustado el deporte de alto rendimiento. Y, obviamente, como él era tan aficionado, pues uno se tiene que acostumbrar a eso. Él corrió muchos años el Clásico de Ejecutivos, y lo ganó varias veces. Con mi mamá y mi hermana solíamos ir a verlo, y obviamente, veía carreras del Tour de Francia con él y todo eso.

¿Y qué época le tocó siendo niño? La de Lance Amstrong, supongo.

Sí. La de Botero. Me acuerdo mucho de eso.

Pasemos entonces a hablar de lo que está haciendo Tomás Restrepo en Europa. Ya nos contó, muy rápidamente, que está vinculado a un equipo español, pero, ¿cómo se dio ese contacto? ¿De qué equipo se trata?

El equipo es el Lizarte, un equipo de acá de Pamplona. Y el vínculo fue gracias al 4-72.

Ese es el equipo en el que, hasta el año pasado, estuvo corriendo Dayer Quintana, el hermano de Nairo, ¿cierto?

Sí. Ese es, exacto.

¿Qué otros colombianos han corrido en el Lizarte?
Colombianos, ninguno. Pero pues han sacado varios corredores que ya están en profesional. Por ejemplo, Andrey Amador salió de ahí. Un sprinter que está en el Movistar en este momento, que se llama Enrique Sanz, también salió de ahí; este... Joseba Beloki también salió de ahí. Varios corredores han salido de ahí.

Dayer Quintana en los colores del Equipo Lizarte. Foto: Europapress.


Siendo un corredor, no solo nuevo, sino completamente novato en el ciclismo competitivo,  ¿cómo fue la acogida en el Lizarte? ¿Qué comentarios hicieron?

Bien, pues me preguntan que qué he corrido y todo eso. Ellos saben que yo vengo acá es a aprender. A aprender de ellos y a aprender de las carreras. Me han acogido muy bien. Todavía no he conocido mucho los compañeros, porque no muchos viven acá, en Pamplona. Estoy esperando a que tengamos la primera concentración. El club es muy bueno. Es de los mejores acá en España. El técnico muy querido, y el dirigente. Y me han acogido muy bien, me he sentido muy bien. Más que todo, me han acogido en la grupetta de acá, con la que entreno, y ellos muy queridos. Me siento muy bien.

Lo que entendemos es que Tomás Restrepo es un corredor atípico entre los ciclistas colombianos. Técnicamente usted no sería un escarabajo. Es más un corredor con un fenotipo para correr las grandes clásicas de primavera, ¿correcto?

Exacto, sí. Al principio, ellos [el equipo 4-72] me dijeron eso, que les gustaría tener un corredor para correr clásicas y contrarreloj. Yo me definiría así: soy un ciclista que en el llano va bien, fuerte en el llano, sí. Y, subiendo, para tener 1,94 de estatura y 82 kilos, uno no creería que vaya a subir mucho, pero subiendo me defiendo. Obviamente, a la hora de la verdad, si uno va a subir con un Nairo, con uno de esos, no sube con ellos.

Por supuesto. Es un tema de la relación peso-potencia.

Exacto. Pero puertos mas bien tendidos y no muy largos, y en repechos, me defiendo muy bien.

Lo suyo, Tomás es pura genética, ¿cierto? Su papá siempre fue embalador y también tiene un fenotipo que lo favorece en esa especialidad.

Él mide 1,82 y pesa 79 kilos. Ha sido embalador toda la vida. Todas las carreras que ganó, las ganó embalando. Él no es que sea un escarabajo.

Tratándose de un corredor tan disímil al resto de los corredores colombianos, ¿qué diferencias hay en el entrenamiento de un embalador? Pensando en Nairo Quintana, que se está preparando para ganar el Giro de Italia subiendo al Zoncolan, que es un puerto monstruoso al final de una etapa larga, ¿Qué tan diferente puede ser el entrenamiento para alguien que puede estar pensando en correr la Paris-Roubaix?

Me ponen mucho trabajo de velódromo. Trato de hacer velódromo por lo menos una vez a la semana. Para coger cadencia, para adaptarme a la bicicleta de contrarreloj, para coger un buen ritmo en el plano. Los entrenamientos no son muy diferentes, diría yo. Él [Saldarriaga] sí me pone unas series en plano, con vatios y todo eso, pero no, en este momento no se diferencia mucho. Yo salgo con corredores de acá, con corredores en Colombia, y hago las mismas rutinas de ellos.

Ya los específicos, sí son diferentes. Hay veces que me pone a hacer unas series en llano o en el velódromo, pero de resto todo es muy parecido.

Monte Zoncolan. Foto: Trek Factory Racing.


El equipo 4-72 acaba de cambiar de plataformas. Después de un buen tiempo con Bianchi, el equipo ahora cuenta con marcos Scott. Usted está con el 4-72 pero también está con el Lizarte. ¿Cómo funciona eso ahí? ¿Con cuáles marcos está entrenando ahora mismo?

En este momento estoy usando las Scott. La de crono y la de ruta. Salgo a entrenar en la de ruta y, en el velódromo, uso la de crono. Pero, pues, esas bicicletas me va a tocar dejarlas, digámoslo así, guardadas, porque en el Lizarte vamos a usar Pinarello.

Pinarello Onda del Lizarte. La dotación de Tomás Restrepo en el Lizarte. Foto: Tomás Restrepo.


¿Eso quiere decir que en el velódromo no esta usando bicicleta de piñón fijo?
No. Estoy usando la de crono. Como para irme adaptando bien a ella, ir conociéndola, ir moldeándome en ella.

Y, acerca de su calendario, ¿cómo se va a desarrollar la que sería, entonces, su primera temporada como profesional? ¿Ya lo tiene claro?

No tanto. El 13 de febrero tenemos la primera concentración, entonces ahí, me imagino, que nos irán a dar mas o menos el calendario. Pero, lo único que sé, es que la primera carrera es como el 22 de febrero. No sé todavía que correrán. El equipo, más que todo, corre acá en España. En la Copa España, y carreras del País Vasco. También me dijeron que corren en Francia... Entonces no sé que irán a correr.

El 4-72 tiene un calendario que incluye carreras en Europa y en Colombia, ¿la idea suya -y la idea del 4-72- es correr con el Lizarte unas temporadas, un tiempo y regresar para correr a Colombia? o usted, digamos, ¿haría parte de los muchachos con los que terminarían corriendo Tour de l’Avenir y estas carreras europeas?

Primero que todo, la idea es adquirir experiencia de carrera, y foguearme acá un tiempo. No sé cuánto tiempo. Me han dicho que pueden ser seis meses, o hasta un año, dependiendo de cómo me vaya sintiendo. Y según cómo me vaya viendo Saldarriaga, ya me pondrán a correr con el equipo. 

La idea es esa, correr acá. Seguir corriendo con el equipo, porque, pues obviamente, yo pertenezco a él. Ir paso a paso, a ver que va pasando. Pero, la idea principal en este momento, es ganar bastante experiencia para poder aportar.

El 4-72 es un equipo netamente escalador. Pero, con su llegada, encontrarían la cuadratura del círculo, ¿no es cierto?

Sí. A ellos les gustaría eso. -Entre risas- Ellos me dicen: “hermano, necesitamos un grandulón como usted, para que nos cuide de esos belgas y esos de allá”.

Con respecto a correr en Colombia, que siempre ha sido muy diferente a correr en Europa, ¿de qué está enterado? ¿Qué le han contado de cómo es correr aquí en el país?

Lo normal. Sé que es muy diferente, por lo que me han dicho, sé que es muy duro. Que es demasiado duro. Incluso más duro que correr acá. Que apenas vos empezás a correr allá, empieza la etapa, y hasta el final, es a tope, a tope, a tope. Que se hace muy difícil. Más que todo en la Vuelta a Colombia y el Clásico [RCN]. Que acá en Europa es diferente, se corre diferente. 

¿El mejor "entrenadero"?

¿El mejor entrenadero...? ¡Las Palmas! Yo vivo en Las Palmas, entonces me queda muy bueno, porque no es sino salir de mi casa, cojo Palmas y ¡ya, pues!

¿Y cómo es esa vuelta? ¿Cuál es el recorrido completo para hacer uno Palmas?

A ver, salir de Palmas, subir Palmas, llegás al Alto, y tenés dos opciones para bajar: te bajás por el Alto de Carrizales, que es la vieja, que es la antigua vía al aeropuerto; o te cogés por la vía nueva, que le dicen Topos, y ya. Yo prefiero la de Carrizales, entonces me bajo Carrizales y allá cojo para La Ceja, que es un alto por ahí de 3 kilómetros y medio, muy tendido. Ya después bajo a La Ceja, que es un pueblo allá, y subo un alto como de 7 kms que llega a otro pueblo que se llama La Unión. De ahí, bajo y me sigo para Llanogrande, para Rionegro, y ahí puedo coger para Santa Helena o por la [autopista] Medellín-Bogotá. Y, ya, me devuelvo para Medellín. Podés variar mucho, pero lo que prefiero, es montar en el Oriente. Porque te da altura y te ayuda para el hematocrito y todo eso. En esa ruta se logran hacer 125 o 140 kilómetros.

A usted le toca muy duro a la hora de escoger una etapa para ganarse en Colombia. Entre todo lo que se corre en la Vuelta a Colombia o el Clásico RCN, ¿hay alguna etapa que le gustaría ganar?

Casi todas las etapas son muy duras porque son con muchos altos. Tuve una gira de tres días con el equipo, antes de que ellos viajaran al Tour de l’Avenir, salíamos de Bogotá y fuimos hasta Mariquita. Después, al otro día, salíamos de Mariquita, subíamos el Alto de Letras... ¡Que, qué infierno, eso es un infierno! -Risas-

¿Hasta Manizales?

¡Hasta Manizales! Y, ya después, al otro día, Manizales - Medellín. 210 kms, subiendo por el Alto de Minas, otro moridero. -Las risas se transforman en carcajadas-

Nada de eso lo prefiero yo para ganar porque eso es muy duro pa’ uno.

Etapas mas bien planas diría yo. Como las que hay en la Vuelta al Valle.

¿Y en el exterior? En Europa específicamente.

Yo sueño con correr un Tour des Flandres o una Paris - Roubaix. Ese es el gran sueño que tenemos con el equipo, poder correr una carrera de esas, una de esas clásicas de Bélgica. Y, ¿por qué no?, correr un mundial de crono, o algo así por el estilo.


La Paris-Roubaix. "El Infierno del Norte". El temido bosque de Arenberg. Foto: Walter Bendix Schönfles.



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