Las carreras de bicicletas han despertado desde siempre, la admiración de millones. No solo por la natural atracción que ejerce el binomio entre esa leve máquina y un hombre, sino por la fuerza, la capacidad de sufrimiento y la temeridad para enfrentar a la muerte, que destilan quienes se atreven a correrlas.
Porque sí, en efecto, el ciclismo es una cuestión de vida o muerte. Es un deporte de funambulistas que descienden cuestas imposibles, a velocidades de vértigo, con apenas medios para detenerse o hacerle el quite a la parca. Y sucede, a veces, que el infortunio se tiende sobre la ruta, y vence. Decenas de veces ha sucedido, desde los primeros días de las competencias a fuerza de pedal, que el pelotón se viste de luto por las consecuencias de una mala pasada del destino. Sergio Coppi, el hermano del Campioníssimo, entregó la vida en una carrera de bicicletas. Sin ir tan lejos, muchos de los que leen estas líneas, recordarán esa horrenda caída de Fabio Casartelli en el Tour de France de 1995.
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Fausto "Il Campionissimo" Coppi (izq) y Sergio Coppi (der). |
Sin importar los avances tecnológicos, la naturaleza misma de la máquina que nos apasiona, hace que sea inevitable tener que poner la vida sobre el tablero, como la primera de las apuestas que se hacen, cuando un ciclista sale a correr. Y por vida hay que entender también las motivaciones más profundas, los propósitos más férreos, los sueños y las aspiraciones más nobles y anheladas. Esa fue la que casi pierde Esteban Chaves. La vida soñada que estaba empezando a vivir.
Tras muchos años de esfuerzos y sacrificios, de disciplina, de sobreponerse a las tantas derrotas y a las efímeras victorias (uno es solo tan bueno como su última carrera, dice Phillip Gaimon), un accidente nebuloso, denso, todopoderoso en lo simple que fue, se interpuso entre "El Chavito" y la gloria. Una gloria que ahora, ayudado por una voluntad de hierro, y por -¿cómo podría ser de otra manera?- su amor a la bicicleta, tiene de nuevo al alcance de sus piernas.
En la
primera parte de la entrevista con Esteban, nos quedamos en el instante preciso de la caída. Chaves venía cumpliendo una pretemporada excelente y, en su primera carrera del año, había tenido buenas sensaciones sobre la bicicleta. El equipo al que pertenecía, el Team Colombia, acababa de ser invitado al Giro d'Italia. Por primera vez en más de dos décadas, un equipo netamente colombiano estaba en la plantilla de una de las tres grandes carreras de bicicletas del mundo. Desde los años ya legendarios de Luis "El Jardinerito" Herrera, Europa no vivía una invasión de escarabajos como la que estaba por tener en 2013. La mesa estaba servida para Chaves. Pero no pudo ser.
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Chaves luciendo los colores del Team Colombia para el 2013. Un uniforme que apenas pudo lucir, en carrera, unas pocas horas. Foto: Team Colombia. |
Usted está corriendo el Trofeo de Laigüeglia, una de las carreras italianas de comienzo de temporada. La meta es llegar bien preparado al Giro d'Italia, la máxima presentación en la corta vida del Team Colombia. Y viene una caída. ¿Cómo fue ese momento? ¿Qué fue lo que pasó?
Yo no recuerdo nada. Siempre me preguntan lo mismo, y yo no tengo una respuesta. Tengo recuerdos hasta el kilómetro 100. Ahí recogí la bolsa de alimentación, cambié las caramañolas, me metí la comida al bolsillo y seguí. Lo siguiente que recuerdo es que me desperté en el hospital a los dos días.
El que sabe es [Jarlinson] Pantano. Él estaba detrás de mi. Dice que era una curva a la izquierda con una rotonda pequeña, donde había un andén. Que posiblemente yo
cogí el andén, seguí derecho en la curva y, como estábamos en un pueblo, había una señal de tránsito. Me estrellé de cara contra esa señal. Pantano cuenta que yo no reaccioné. Ni siquiera frené, no la esquivé. Nada. Directamente, a cincuenta kilómetros por hora, me estrellé con eso.
Usted abre los ojos y ya han pasado dos días. ¿Desde qué momento tiene ya recuerdos? ¿Cómo fue despertarse después de semejante accidente?
Lo siguiente que recuerdo es simplemente despertarme y estar en el hospital. Estaba Oscar Peliciolli, yo lo miré y le pregunté: Oscar, ¿qué pasó? El me dice, "No. Mira, tranquilo. Te caíste y te fracturaste la clavícula. Pero, ya estamos en el hospital. Estás bien. No te preocupes. Ya estás despierto. Ya estás fuera de peligro. Entonces yo le digo a Oscar que quiero hablar con mis papás. Y ahí él pausa un momento y me cuenta que yo ya había hablado con mis papás. "Ya los has llamado dos o tres veces" dice Pelicciolli. Y es cuando me dicen que ya han pasado dos días.
De todas maneras yo llamé a mi papá y le conté lo que había pasado. Él no me dijo nada, pero yo ya le había contado lo mismo tres veces. Yo de eso no me acuerdo.
Supongo que también le dijeron de qué se trataba la lesión. ¿Qué le pasó exactamente en la caída? ¿Cuáles eran las lesiones?
Fractura de clavícula, trauma craneo-encefálico, fractura de mandíbula, fractura de un hueso del oído, fractura del cuádriceps -aunque no se bien por qué le dicen así, pero fue lo que me dijeron que tenía-, tuve sangre en el pulmón derecho, y, creo, que ya.
¿Es decir que usted debió pasar un montón de tiempo en ese hospital? ¿Quién lo acompañaba? ¿Cómo hizo para recuperarse? ¡Porque usted debió quedar muy mal!
Los primeros días tuve que quedarme en el hospital esperando que pasara el trauma craneo-encefálico. Porque igual no me podían hacer la cirugía de clavícula así. La clavícula quedó totalmente descompuesta. Esperamos tres o cuatro días en el hospital. Ya disminuyó un poco la inflamación, y me dejaron ir a la casa, a que desinflamara totalmente.
Pero yo no me fui para mi casa. Me fui a la casa de una señora que vive en Villongo. Es una colombiana, de Medellín, se llama Angélica. Ella está casada con un italiano que se llama Alessandro Bellotti. son unas excelentes personas. Tanto que ellos me dejaron quedar en su cama y ellos dormían en el sofá.
Ellos me cuidaron como a un hijo. Me llevaban la comida a la cama, me ayudaban a bañar, me vestían. Me hacían todo, porque, por la fractura en el oído y por el trauma, yo me mareaba mucho y perdía el equilibrio. Fue muy bonito con ellos. Nadie va a hacer algo así por un desconocido.
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Esteban (Izq) con sus compañeros del Team Colombia, en días previos al Trofeo di Laigueglia 2013. Foto: Bettini. |
Es una historia muy parecida a la de Rigoberto Urán, ¿cierto?
Es muy similar. Sino que ellos no solo son mi familia, sino que ellos nos adoptaron a todos los del Team Colombia. Ellos quieren mucho a Michael [Rodriguez], a Alexis [Camacho], a [Edwin] Ávila. Con [Wilson] Marentes, también tienen una bonita relación. Con Juan Pablo Suarez. Con todos.
¿Cuánto tiempo pasa usted así? ¿Cuánto tiempo pasó usted con los Bellotti?
Así estuve como seis días. Al quinto o sexto día ya estuve bien, y me dejaron ir al hospital, porque ya había bajado la inflamación. Me llevaron para hacerme la cirugía porque ya había desinflamado totalmente el cerebro.
Lo operan en Europa, ¿y qué pasa? ¿Cuál es el pronóstico?
Me operan en Europa y me mandan para Colombia. Me dicen: recupérese, vamos a hacer el Giro. Tranquilo, no se preocupe. Usted no va a ser el único corredor que llegue a una carrera de tres semanas con una preparación incompleta. Tranquilo.
Y, cuando llegué acá, fui donde el Doctor Gustavo Castro. Yo tengo mucha confianza con él. Él vio las radiografías, todo. Me dijo que me quedara tranquilo, que me iba a recuperar. Entonces, estando ahí sentado con él, me pide que haga un movimiento -Chaves dobla los brazos hacia adelante, en escuadra, y trata de separar los codos de su torso. El brazo izquierdo cumple con el movimiento sin problemas. El derecho apenas se separa unos diez centímetros del cuerpo.-
El Doctor Castro se preocupó y puso una cara... Entonces me pasó el dedo por detrás del brazo, desde el hombro, bajando como hacia el codo, y me preguntó: ¿siente? Y yo no sentía nada. Le dije que no sentía nada. Y la respuesta fue: "huy,
marica, usted tiene dañados los nervios. Pero no se preocupe, no se alerte. Tranquilo"... bla bla bla. Me pidió que no encendiera las alarmas pero que había una posibilidad de que estuviera dañado el nervio axilar.
Lo que yo hice fue preguntarle cuánto se demoraba la recuperación de eso. Pero no me dijo nada. Me dijo que me hiciera un examen primero. Ahí fue cuando me preocupé. Ahí fue cuando dije,
juemadre, esto es grave.
De ahí salí a hacerme una electromiografía.
¿El Doctor Castro qué especialidad tiene?
Él es ortopedista. Fue el que estuvo en los olímpicos con Mariana Pajón. Operó a Sergio Luis Henao. Cuando Fabio Duarte se cayó en el Giro, que estaba en el Geox, también fue donde el Doctor Castro. Todos lo conocemos.
Le hacen el examen muy rápidamente, como lo recomendó Castro, y ¿qué pasa? ¿Qué sale en el examen?
Me hicieron un examen de todo el brazo, la mano, la espalda. De todos los músculos desde la mano hasta el hombro. Todos estaban bien. Pero cuando llegaron al hombro, y me dijeron, muévalo: nada. No salió nada. Denervación total del nervio axilar y denervación total del nervio supraescapular.
Salí de una vez donde el Doctor Castro con los exámenes. Me senté con él y fue cuando me dijo: "Chavo, esto es grave.". Le pregunté cuánto se demoraba eso en sanar, o qué había que hacer. La respuesta del Doctor Castro fue: "Yo tengo que hablarle a usted con la verdad. Hay gente que no se recupera de eso. Usted se tuvo que haber dado un golpe muy, muy duro, para que se le dañaran los nervios.". Y me recomendó empezar a hacer fisioterapias, estimulación eléctrica, terapias de sensibilidad. En fin, terapias. Me aseguró que eso ayudaba a recuperar.
Pero, de todas maneras, desde ese primer día se habló de operarme. El Doctor Castro ya estaba pensando en un cirujano que pudiera hacer la cirugía. Se habló del Doctor Julio Sandoval. Pero me advirtió que la intervención consistía en "
platanear" el brazo -Chaves hace con las manos una mueca que muestra como se abre radicalmente, en dos, el músculo de su pierna-. Me dijo que era muy difícil. Que tenían que entrar y abrir todos los músculos hasta encontrar los nervios y pegarlos. En general, que el pronóstico era muy difícil. Y que ojalá las terapias dieran resultado.
Así que usted salió de ahí a dedicarse a las terapias, a tratar de vencer la realidad brutal de una operación tan complicada, y que no tenía garantías. ¿Cómo fue ese tiempo? ¿Hubo algún avance con las famosas terapias?
Duramos dos meses en terapias. Yo empecé a ganar algunos movimientos. El músculo que levanta el brazo es el hombro. Y yo sentía que sentía más. Estaba empezando a poder alzar el brazo. Las terapias estaban funcionando.
Me fui donde el Doctor Castro. Él me veía cada 15 días. Pero en esa cita, a los dos meses de terapias, quedamos contentos de ver que recobraba movimientos. Me mandó a hacer otra electromiografía.
-Silencio. Chaves gira la cara. Estamos en un descampado, sentados en un prado mientras varios ciclo montañistas terminan de correr una carrera de domingo. "El Chavito" pierde, por unos segundos, la mirada en el infinito. Con la mirada sombría de quién intenta contener una lágrima fugaz, sigue hablando-.
Me hicieron el examen y el diagnóstico fue denervación total del nervio axilar. Ese fue el día más difícil. -Pausa-
Uno viene con la esperanza de que se está recuperando, pensando que iba a correr el Giro d'Italia. Yo ya estaba hasta montando en bicicleta, porque hasta encontré la forma de montar en bicicleta. Yo solo pensaba en el Giro. Y sale eso...
Fue un bajón.
En todo caso, mandamos los examenes a Italia. Y desde allá me dijeron que viajara, para que me hicieran allá los exámenes. Que ellos querían ver qué tan grave era. En el equipo me decían que iban a buscar el mejor cirujano del mundo. En general me pedían que me quedara tranquilo. Que la lesión era grave. Que tuviera calma.
El dictamen fue el mismo. Con una diferencia: allá querían que esperara dos meses más, y luego, sí hacer la cirugía. Es decir, lo mismo que me habían dicho en Colombia, dos meses antes. Lo que significaba que sería esperar cuatro meses.
Me senté con Claudio [Corti] y con ellos y les dije que yo me iba a hacer operar en Colombia. La respuesta de ellos fue que esperara un poquito más. Ellos son gente más, digamos, pasiva. Los médicos acá en Colombia son de la escuela americana, y prefieren actuar de una vez. No es que unos sean buenos y otros malos. Son dos formas diferentes de hacer las cosas.
¿En algún momento, tanto allá como acá, alguien le explicó el porqué de los dictámenes? ¿De qué se trataba la espera y de qué se trataba el afán.
Sí. El Doctor Sandoval fue el que me explicó. Lo que pasa es que el nervio entra en un músculo, como entra el hilo en una aguja. Son varios hilos y cada uno debe inervar la fibra que le corresponde. Eso para que el músculo reaccione.
Y bueno, lo que pasa con un músculo es que funciona como una planta. Si uno deja de echarle agua a una planta, la planta se marchita. Que fue lo que me empezó a pasar a mi, yo empecé a perder masa muscular en el hombro. Entonces hay que volver a ponerle agua a la planta.
Lo que pasa es que, igual que con las plantas, si el tiempo en el que uno no les pone agua es muy largo, así después les ponga, ya no viven. Se mueren.
El Doctor Sandoval me dio una ventana de tiempo de seis meses. Pasados seis meses de la denervación, aunque se hiciera la cirugía, ya el músculo no iba a vivir. El músculo ya no iba a funcionar. Por eso tocaba hacer la cirugía inmediatamente.
Pero esa urgencia pasa por unas gestiones previas. Quiero decir, a nadie lo operan de la noche a la mañana. Menos cuando están implicados varios seguros y etc. ¿Cómo resolvió usted esas talanqueras, digamos, burocráticas? ¿Quién pagó por la cirugía?
Claro, no. Una cirugía toca programarla, toca ver quién va a pagar, toca ver cómo van a ser las cosas. Yo, de todas maneras, ya le había dicho a Claudio [Corti] que me iba a operar acá. Le había explicado que esta es mi casa y todo iba a ser más cómodo. Él me dio la confianza para hacer las cosas como a mi me parecía. Claudio es como "
sicólogo", siempre me decía que tuviera la convicción de que las cosas iban a salir bien, que yo estaba para grandes cosas. Que tuviera calma.
Regresé a Colombia y me dediqué a hacer todas las vueltas en Bogotá. Lo primero que hice fue ir a Coldeportes. Allá nos ayudó Antonio Arias. Nos dio la tranquilidad de saber que ellos estarían dispuestos a pagar por la cirugía. Igual, al final, la cirugía se pagó con un seguro que suscribimos obligatoriamente en Italia, con el equipo. Básicamente la cirugía se pagó, llevamos los recibos y ellos me reembolsaron el dinero.
Viene la cirugía. ¿Cómo fue eso? ¿Cómo fue la "plataneada"?
Hicimos la cirugía. Duró 9 horas. La llevaron el Doctor Sandoval, el Doctor Castro y un residente suyo. La operación consistía en encontrar el nervio radial, que controla el biceps y el triceps. Ese nervio tiene tres ramas. Entonces, la idea era encontrar una de esas ramas y hacer un "circuito" con el nervio axilar. Como el nervio radial sí estaba enviando energía, entonces se trataba de encontrar el "cable" y pasarle energía del nervio radial. Eso se hace con un pegante, pero es microcirugía, porque el nervio es más delgado que un pelo. Bueno... Se hizo eso en la primera parte de la cirugía.
Faltaba el supraescapular. Empezaron a buscar el nervio, y cuando lo encontraron, se dieron cuenta de que la zona donde se había roto, estaba dañada. Entonces necesitaron cortar ese pedazo que ya no servía. Como con el nervio axilar, la idea era hacer un circuito, conectar los cables dañados con algún cable que estuviera sirviendo. En la espalda, tocaba con el supraespinoso.
Pero, cuando quisieron hacer la conexión, como habían tenido que recortar el nervio, el supraespinoso ya no alcanzaba. Grave.
El Doctor Castro se había metido mucho con el caso. Él es muy buena persona. Incluso me había operado antes de la mano, cuando me fracturé el escafoides. Todo el equipo médico estaba muy involucrado con el caso. Mis papás estaban afuera, esperando. Los médicos, todos, conocían a mis papás. Ellos pensaron que no podían cerrarme y después decirle a la familia que no lo "arreglamos".
Como buenos colombianos, encontraron la forma de hacerlo. Me sacaron un nervio de otro lado y con ese, que funciona exactamente como un cable, me arreglaron. Resulta que en la pierna hay un nervio, que es el único nervio del cuerpo que es solamente sensitivo, no sirve para funciones motoras. Lo que hicieron fue que me voltearon, me sacaron un pedazo de ese nervio, y ese pedazo de cable, lo usaron en la espalda.
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Ubicación del nervio axilar. Ilustración: AO Foundation. |
Claramente no era cualquier cosa la cirugía. ¿Sintió mucho dolor? ¿Cómo fue la recuperación?
Como habíamos tocado los nervios, me tocaba estar tres semanas completamente inmóvil. Pero no tuve dolor. Ni siquiera me tomé la medicina que me recetaron para el dolor. Estaba con el brazo en un cabestrillo y me tocaba usarlo hasta para bañarme.
Pasadas esas tres semanas, otra vez empezar a hacer terapia. La esperanza era ver los resultados pasados cuatro meses. Hicimos la primera electromiografía, después de la operación, y el nervio ya estaba conduciendo energía, aunque todavía no estaba inervando el músculo. Lo que pasaba era que el cable ya transmitía energía, pero no lograba encender el bombillo.
Era algo. Algo mínimo. Pero los doctores se ponían muy felices. Yo les llevaba los exámenes y ellos se ponían muy contentos, ¡juep@*#, Chavo, está mejorando! Y yo ahí, sin poder moverme, nada. Pasaban los días, hacíamos las terapias, y no avanzaba nada.
Hace como un mes y medio, tuve que viajar a Europa por un tema de la aseguradora. Estando allá, me hicieron otra electromiografía y encontraron que, aunque muy mínima, ya hay una ligera inervación del músculo. Una fibrilación muy, muy pequeña, pero es un comienzo.
-Esteban ha recobrado, con el paso de los últimos minutos, la sonrisa que siempre lo acompaña. Ahora, su rostro demuestra una felicidad contagiosa. La esperanza de una buena recuperación, después de tantos meses de lucha, trasciende fuera de su cuerpo-.
Igual, toca seguir trabajando. Seguir con las terapias, todo. Para que el nervio inerve todas las fibras y yo pueda recuperar todo. Bueno, no todo, pero que pueda usar el músculo. Así vamos en el tema de la cirugía.
Antes de que cerremos este tema tan duro, quería preguntarle: ¿Todo ese tiempo cómo hizo para seguir entrenando? ¿Rodillos?
Fue un proceso. Después de la cirugía, empecé a montar en bicicleta un mes y medio después. En rodillos. Al tiempo, ya salía. Sin el cabestrillo. Con el brazo apenas ahí, puesto. El cuerpo es muy inteligente y encuentra la forma de hacer las cosas. Yo ya me paro en pedales completamente normal, ya salto huecos, me subo a los andenes, bajo. Todo normal.
Y llegamos al último tema. El Orica. Todo este proceso de recuperación se viene dando, pero al mismo tiempo usted está negociando con un equipo Pro Tour su entrada al pelotón de la primera categoría. Al World Tour. Lo cuál habla mucho de su calidad. De que efectivamente la lesión llegó en un momento en el que usted estaba empezando a llamar la atención del mundo del ciclismo. ¿Cómo llega el Orica hasta usted? ¿Quién lo contactó? ¿Qué le dijeron acerca de la lesión?
Ellos me buscaron pasada la primera mitad del año. Sabían que yo no tenía contrato para 2014. Neil Stephens, uno de los fundadores del equipo, y también uno de los directores técnicos, había estado en el Tour de l'Avenir, como seleccionador australiano, cuando yo gané, y me había visto en la Vuelta a Burgos.
Se consiguieron mi número con Rigoberto. Stephens y Urán habían trabajado juntos en el Caisse d'Epargne. Me llamaron. Me dijeron que ellos sabían que yo tenía un problema, pero que no me preocupara. Querían hacerme unos exámenes y unas pruebas, si eso les mostraba que podía montar en bicicleta, me contrataban.
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Claudio Corti conversando con Esteban Chaves durante la Vuelta a Colombia 2013. Foto: La cadenilla © 2104. |
Y me fui. Yo estuve con ellos en septiembre, en Girona, donde voy a vivir. Todo con permiso de Claudio. Claudio entiende, al comienzo se molestó un poco, pero él es una gran persona. Al final fue Claudio el que terminó ayudándome a afinar el contrato.
¿Y cuál era la prueba?
Montar en bicicleta con el equipo que iba a hacer el Campeonato Mundial de Contrarreloj por equipos. Estuve cuatro días con ellos. Me vieron y dijeron: "no,
mijo, usted está montando en bicicleta perfecto. Tranquilo, vea, firme acá." -Risas-.
Desde entonces usted hace parte de un equipo que tiene su base al otro lado del mundo. En Australia. ¿Cómo le fue en la primera concentración con los verdes? ¿Tuvo problemas con el idioma?
No hubo problemas con el idioma. Neil habla español, está casado con una española. Iván Santaromita, Daryl Impey o Brett Lancaster, hablan italiano, entonces me puedo entender con ellos. No fue tan difícil.
Eso sí, es un cambio muy grande. Ver la infraestructura de un equipo más grande. Con corredores importantísimos como Simon Gerrans.
Juepucha, uno lo mira y dice: "¡Es Simon Gerrans!". Es otra cosa. -La felicidad del "Chavito" es contagiosa-.
El primer contacto con ellos fue súper chévere. Todos son muy buena gente, muy tranquilos. Todos están al tanto de la lesión, entonces me cuidan. También soy de los más pequeños en edad, entonces siempre están enseñándome cosas. Esto se hace así. Vaya más rotado. Entrene así. No coma esto, coma esto otro. Cosas de ese estilo. Son todos muy profesionales. Los mecánicos, los masajistas. Todos.
¿Dónde estuvo concentrado? ¿Qué hacen una vez están allá?
Llegamos a Sydney. Estuvimos una semana haciendo exámenes. Medidas de la bicicleta, de la ropa. Conociendo a todos los muchachos. Conferencias de los patrocinadores. Fuimos al Centro Nacional del Deporte de Australia. De todo.
La siguiente semana nos fuimos a la montaña australiana. En un lugar que se llama Falls Creek, en Victoria. Entrenamos muy duro con ellos, por siete días.
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Chaves con sus nuevos colores. Foto: Orica GreenEDGE. |
Usted estaba programado para correr el Tour de San Luis. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué decidieron guardarlo un tiempo más?
Entrenábamos muy duro. Más de cinco horas diarias. Igual teníamos el masaje, la alimentación todo. Terminada la concentración, yo me vine para Colombia a preparar San Luis. Y, hablando con el equipo, decidimos esperar un poquito más hasta Mallorca. Hay una lesión vieja en una pierna, que se descuidó con lo del hombro. Pero no es nada de importancia. Fue por eso.
Esa sería, entonces, su primera competencia tras un año muy difícil. La primera vez en el pelotón después de una caída tremenda que casi le arranca de un tajo todo lo que usted venía construyendo. Lo que me lleva a preguntarle, necesariamente, ¿cómo se siente para Mallorca?
Muy bien. Ansioso. Con muchas ganas de volver a correr. Se sienten nervios, ansiedad, susto. Me pregunto cómo será estar otra vez en el lote. Pero, bueno, ahí vamos a ver qué. La idea es solo coger kilómetros. Yo solo voy a hacer las dos carreras suaves. Las dos etapas planas. Una de 115 kilómetros y otra de 160. La idea es rodar ahí, y ya.
¿Y después de eso qué viene?
Hago Langkawi, que también se hará igual: Rodar. Si el resultado se da, genial. Si no, no importa. Es rodar. Luego ya es más durito. Hacemos Catalunya, País Vasco y las Clásicas de las Ardenas. Ya para ese momento, esperamos que la pierna esté mucho mejor, y que me sienta mejor en el lote.
¿Eso significa que según esos resultados estarán planeando el resto de la temporada? ¿Cómo han presupuestado el tema de las Tres Grandes? ¿Es verdad que estará en la Vuelta a España?
Eso es verdad. Pero igual lo tenemos claro. El Giro es muy pronto. El Tour es muy duro. La Vuelta, como ya es a final del año, entonces ya estaré mejor en el lote, ya me encontraré mejor. Vamos a hacer La Vuelta.
¿Y, hay preparación para disputar la Vuelta a España?
Vamos a ver. Uno sueña: Ojalá dispute tres etapas, y quede entre los 10, y gane la montaña. Ser el mejor de los jóvenes. Pero... Vamos día a día. Paso por paso.
Nos despedimos de Chaves con la certeza de que estamos viendo las últimas horas de un túnel muy oscuro. Chaves supo superar la prueba más dura que le ha puesto la vida por delante, y salir del otro lado con los dos pies bien plantados en la máxima categoría del ciclismo mundial. Como solo los grandes lo hacen. La Cadenilla estará siguiendo cada uno de sus pasos.
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