Una entrevista con Rigoberto Urán.
Tal como les habíamos anunciado hace unos días, obtuvimos permiso para traducir y publicar algunos contenidos de uno de los blogs más completos y relevantes sobre el ciclismo colombiano.
Cycling Inquisition es una joya llena de datos, anécdotas, entrevistas, fotos... Todo lo que uno se pueda imaginar sobre los escarabajos colombianos y aún más.
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Esta es la primera entrega de muchas que vendrán en adelante. A Klaus, muchísimas gracias por Cycling Inquisition. Ese espacio es, para los que vibramos con las hazañas y la historia del ciclismo colombiano, un tesoro.
*la entrevista se publicó originalmente en el verano de 2011. Antes de los triunfos en las olimpiadas y el Giro 2013.
[foto: Team Sky]
Urrao, Antioquia. 2001.
Cuando Rigoberto Urán tenía apenas 14 años, su padre fue asesinado en las calles de Urrao, Colombia. El padre de Rigoberto fue una víctima inocente de las balas que volaban por la población. La mayoría dijo que habrían sido los paramilitares los que empezaron a disparar, pero, teniendo en cuenta el ambiente que se vivía en Colombia en esa época, pudo ser cualquiera de los muchos grupos, y las razones, otras tantas. Como Urán mismo ha dicho en el pasado, "así eran las cosas en esos días. Mucha gente inocente murió."
Animado por su padre, Rigoberto había competido en su primer carrera apenas tres meses atrás. Habían estado entrenando juntos durante esos tres meses, vistiendo ropa de calle, pues la indumentaria de ciclismo estaba simplemente más allá de las posibilidades económicas de la familia.
Urrao -ubicado en el borde suroccidental del departamento de Antioquia- ha conocido siempre las realidades de la violencia colombiana. De hecho, muchos creen que pocos lugares en Colombia sufrieron tanto durante los tiempos de violencia civil que permeó el país a mediados del siglo pasado. Ese periodo, conocido simplemente como La Violencia, dio forma a Urrao. En el libro "A Sangre y Fuego: La violencia en Antioquia, Colombia 1946 -1953", la situación de Urrao durante ese tiempo se describe así:
"El área más asociada con "La Violencia" en Antioquia es el suroccidente, específicamente Urrao. Su experiencia ha sido el rasero con el cual se ha medido la violencia regional entre 1946 y 1953."
La violencia que definió a Urrao, continuó hasta 2001 (aunque por diferentes razones), cuando Rigoberto Urán de 14 años, se convirtió en la cabeza de su hogar. Debido a la muerte violenta de su padre, Rigoberto de repente se vio a cargo de su madre, Aracelly y su hermana, Marta Lucia. Él se hizo cargo del trabajo de su papá, vendiendo billetes de lotería para mantener a su familia. Dejaba la casa a las 7am, para regresar cerca de la media noche. Continuó asistiendo a la escuela, entrenando y compitiendo, mientras trataba de sacar a su familia de la pobreza en que vivían.
Contrario a muchos en Colombia, que buscarían vengar la muerte de su padre de una manera u otra, Urán escogió seguir adelante. Y aunque la muerte de su padre claramente lo afectó, su deseo de triunfar también era fuerte. Esto es significativo a nivel personal, pero también es indicativo del cambio de actitud que se vivía en Colombia. Para ese momento, los colombianos estaban cansados de la violencia, de las muertes incontables, y lentamente, se fueron dando cuenta de que buscar venganza había estado exacerbando las cosas por décadas. Como Urán, Colombia toda quería seguir hacia adelante, quería salir adelante.
Ese no había sido el caso en los años anteriores. El país había estado revolviéndose en su propia horrible condición. Y así, la búsqueda de venganza dominó por muchos años a Colombia.
En Antioquia, el departamento colombiano donde está ubicado Urrao, hay una expresión para el impulso de buscar venganza y para la venganza misma: culebra. El término habla de una deuda importante, pero no una de dinero. Es la venganza jurada del tipo físico. Tal vez lo más diciente del término es que culebra significa "víbora". Esto es porque la venganza en tiempos violentos es complicada y larga, con una culebra enredándose fácilmente con otra, hasta el punto en el que nadie recuerda cuando comenzaron las muertes, y nadie puede separar unas de otras. Un homicidio es en venganza de otro, que a su vez fue en respuesta a algún asesinato azaroso. Y sigue así por siempre.
Es esa mentalidad la que dio forma a la narrativa colombiana del último siglo, y la que seguramente dio forma a las vidas de todos los que crecimos ahí durante ese tiempo. Era omnipresente y continua en el estado del país.
Pero Urán, como muchos otros de su generación, decidió romper con el círculo de violencia. Tenía metas claras en su mente.
Tiempos cambiantes.
A los 16 años, Urán le dijo a su director de equipo en el Orgullo Paisa que debido a sus dificultades, no podía continuar entrenando. Tenía que hacerse profesional de una vez, o sencillamente seguir vendiendo lotería de tiempo completo y no competir nunca más. Como la edad mínima para ser profesional era 18 años, la solicitud de Rigoberto ponía en aprietos al equipo. Al final fue la madre de Rigoberto la que firmó el contrato y a quién le entregaron la licencia, permitiéndole a Urán convertirse en profesional a los 16. Tres años más tarde, Urán se fue a Italia y empezó a competir para el Tenax. Desde entonces ha corrido para equipos europeos.
Mientras la carrera ciclística de Rigoberto se desarrollaba, y sus resultados mejoraban, así mismo mejoraban las condiciones en Colombia. La violencia que aterrorizaba a los colombianos, empezaba a ceder, y por fin, un cambio empezaba a sentirse. El gobierno y las fuerzas militares lentamente empezaban a darle vuelta al enfrentamiento contra las guerrillas, los paramilitares, los capos de la droga y los hampones de poca monta. Aún más importante, los colombianos empezaban a recuperar su país. Como resultado, Colombia hoy día es muy diferente a lo que era hasta hace tan poco como el 2001, cuando el padre de Rigoberto fue asesinado. Es también muy diferente de cómo era en 1987 cuando Lucho Herrera ganó la Vuelta a España, convirtiéndose en un héroe nacional de inmensas proporciones. Fue en 1987, coincidencialmente, que nació Rigoberto Urán. Al tiempo que un capítulo del ciclismo colombiano llegaba a su punto culminante, otro estaba apenas empezando.
[foto: Team Sky.]
El futuro.
Es quizá bajo este extendido cambio de mentalidad, que Rigoberto apoya hoy en día el Club de Ciclismo de Urrao. El club que lo ayudó a sobreponerse a las dificultades siendo un adolescente. Él ha ayudado a financiar el club y rueda con ellos cuando regresa a Urrao. Le entrega las cantidades de conocimientos que ha adquirido, a una nueva cosecha de pedalistas. Aún hace falta mucho trabajo por hacer con el club en Urrao, y Rigoberto lo sabe. Pero también tiene claro que hay otra generación de pequeños, que como él, pueden superar la adversidad, si se les da la oportunidad. Rigoberto ve en el ciclismo la herramienta perfecta para lograrlo.
Urán con los niños del Club de Ciclismo de Urrao. [foto: Club de Ciclismo Rigoberto Urán..]
¿Cómo fue su vida de niño en Urrao?
Como yo lo veo, fue una vida más bien normal, como la de cualquier adolescente. Fui al colegio y siempre practiqué deportes, pero, siendo niño, jamás practiqué ciclismo. Mi mamá era ama de casa, mientras mi papá vendía lotería.
¿Por qué se interesó en el ciclismo?
Fue porque yo salía a montar con mi papá. Cada domingo, nos ibamos a montar lejos, por pura diversión. Así fue como me interesé en el deporte.
¿Cómo fue su primera carrera?
Bueno, un día mi papá me dijo que yo debería meterme al club de ciclismo de Urrao. Yo le dije que lo iba a hacer, y me inscribí apenas ocho días antes de una prubea contra reloj que iba a haber en Urrao. Yo no sabía cómo funcionaban las carreras, entonces el entrenador me dijo antes de empezar que tenía que "llegar a la meta lo más rápido que pueda". Así lo hice y ese día gané.
[foto: El Colombiano]
Perdóneme por preguntar acerca de un tema tan delicado, pero ¿cómo influenció su carrera ciclística la muerte de su padre?
En Colombia estabamos en guerra en esos días. Mi padre fue una víctima de esa guerra. Cuando murió, yo ya estaba en la academia. Entonces seguí montando. Yo asumí el trabajo de mi papá cuando él murió. Seguí yendo al colegio, y fue muy difícil al comienzo. Pero me acostumbré a eso y el tiempo pasó. Yo he sido muy de buenas, y pienso que mi ardua dedicación a la bicicleta me llevó a Europa más rápido de lo que yo había pensado.
Usted firmó su primer contrato como profesional a los 16, cuando normalmente usted debe tener 18 años para convertirse en profesional. ¿Cómo sucedió eso?
En Colombia yo corría por el equipo Orgullo Paisa. Con ellos tuve muchas victorias, como las tuve con el equipo nacional. Tanto en ruta como en pista. Por esas victorias, llegó la oportunidad de correr en Europa para el Tenax. Yo no lo pensé dos veces y me fui. Así empezó el camino en el que estoy ahora.
¿Como cree que el ciclismo ha cambiado su vida? Y ¿Cómo cree que puede cambiar las vidas de la gente joven de Colombia? ¿Vio usted el ciclismo como una forma de escapar de la dura realidad colombiana de ese tiempo?
No. Yo nunca lo vi como una forma de escapar. Sin embargo sí cambió mi vida, porque yo tenía una serie de obligaciones en mi vida cuando era un niño. También me tocó aprender a cuidarme y a cuidar lo que me rodeaba, porque la vida de un atleta no es como la de una persona normal.
[foto: www.cmi.com.co]
¿Cómo empezó su relación con el Club de Ciclismo de Urrao y cómo le gustaría que fuera el futuro del club?
Ese club es donde están mis raices. Yo tuve su apoyo cuando más lo necesité, por eso para mi, ayudarlos es una forma de retribuir ayudando a esos jovenes que lo necesitan. Yo pienso que los deportes, el ciclismo en particular, es una buena forma de ayudar a esos niños que vienen de unos entornos con recursos tan escasos. Yo veo como están de motivados, y las ganas que tienen de mejorar y de volverse profesionales.
¿Como opera el club?
El club está pensado como un lugar donde los niños aprenden a correr, pero es también un lugar donde pueden crecer como personas. Es importante que se mantengan en sus estudios, ya que no se les lleva a ningua carrera si las notas bajan de cierto nivel. El club tiene más o menos 50 niños, pero no contamos con ninguna ayuda para darles bicicletas o ropa adecuada. Afortunadamente tenemos gente que quiere ayudar con esto, y estamos trabajando para hacerlo realidad.
¿Usted puede ver un momento en el que personas de naciones ricas puedan hacer donaciones al club, para ayudar?
Claro, por suspuesto. Esa es la idea. Yo quiero que la gente conozca el club, para mostrarles lo increíbles que son estos niños, lo fuertes que son sus sueños de triunfar. Ellos vienen de familias muy necesitadas, y aunque muchos no lleguen a ser profesionales, yo creo que su juventud va a verse impactada para bien, y que es importante que ellos pasen ese tiempo de sus vidas haciendo algo positivo. Estos niños vienen de lugares en los que necesitan estar activamente vinculados a cosas positivas para sus vidas.
Colombia es un lugar muy diferente a Europa en muchos aspectos. Yo he escuchado historias de ciclistas profesionales colombianos acerca del choque cultural que sufrieron cuando llegaron a Europa, y el aislamiento que sintieron como resultado de ello. Ese aislamiento, como yo lo veo, es más fuerte del que un estadounidense podría sentir, particularmente por el origen rural de la mayoría de ciclistas colombianos. ¿Cómo se adaptó a correr en Europa cuando se mudó allí a tan temprana edad?
Es muy diferente. Absolutamente. Pero cuando uno crece como yo crecí, y uno quiere mucho algo, uno lo consigue. Quiero decir, sí, al comienzo fue muy muy difícil. Me cayó como una tonelada de ladrillos. Las cosas eran muy diferentes. Yo me sentía completamente aislado en Europa. Estaba tan lejos de mi familia, de mis amigos. Fue difícil, y puedo entender por qué algunos simplemente no logran superar esa soledad.
[foto: Team Sky.]
En Europa, usted comparte una casa en Paplona con Mauricio Ardila y Mauricio Soler. ¿Cómo es vivir allá durante la temporada? ¿Soler deja los platos en el lavaplatos? O, ¿Ardila deja la bicicleta en la mitad de la sala después de entrenar?
Nosotros vivimos juntos, sí. Pero, sabe? Nosotros casi nunca estamos en la casa al mismo tiempo, así que esas cosas no son un problema. Ardila tiene un calendario de carreras muy parecido al mío, pero nos vemos muy poco en España. Eso es porque yo paso mucho tiempo entre carreras entrenando en Colombia, en lugar de en Europa. Yo prefiero entrenar en Colombia.
Dennis Menchov también vive en Pamplona, lo cual da cuenta de su perfecto español. ¿Entrena usted con él? O, ¿se ve con otros corredores en Pamplona cuando está allá?
Sí. Pamplona es una de las ciudades con más ciclistas profesionales que yo conozca. Hay 14 viviendo allá ahora. Somos un grupo unido, entrenamos juntos y a veces salimos a comer.
Siempre me ha interesado ver lo supersticiosos que son los ciclistas. Además, conozco cuánto creen en la superstición los colombianos en general. Siendo profesional y colombiano, usted debe ser tremendamente supersticioso. ¿Es ese, en efecto, su caso?
No. Para nada. Nada de eso. No tengo agüeros, ni rituales. Aunque uno sí debe contar con buena suerte para que le vaya bien en el ciclismo, para no tener caídas. Es un deporte lleno de sacrificio y de riesgos. No hay como salvarse de eso.
[foto: Team Sky.]
En los ochentas, los ciclistas colombianos que competían en Europa eran famosos por comer bocadillo y tomar aguadepanela durante las carreras. Por esa misma línea, la leyenda colombiana Ramón Hoyos, una vez me dijo que la comida ideal para un ciclista es una bandeja paisa bien grande. Está claro que nuestro conocimiento de la nutrición deportiva ha cambiado con los años... para bien. Pero, ¿queda campo para el bocadillo, la aguadepanela o la bandeja paisa de vez en cuando?
Claro! Pero esas cosas se dejan para fuera de temporada. Yo entiendo la importancia de esas cosas porque son nuestras costumbres como colombianos, y además, son muy ricas. Esas cosas saben muy bien!
¿Qué tan diferentes son el Caisse d´Epargne y el Sky como equipos?
Son dos grandes equipos, no hay duda. Pero aquí en el Sky, trabajamos muy diferente. Los objetivos están muy bien planeados y la mentalidad frente a las carreras es completamente diferente.
¿Está aprendiendo inglés, ahora que está en un equipo británico?
Estudio mucho, pero aprendo lentamente. Trabajo en eso con el equipo.
Plaza principal de Urrao. [foto: guiarte.com]
Fue quinto en la Liege-Bastogne-Liege, un gran resultado, y fácilmente el mejor de un ciclista colombiano en esa clásica. ¿Le gustaría enfocarse más en las clásicas de las Ardenas hacia el futuro?
Me gustan esas clásicas, pero también es muy importante correr bien en las carreras de tres semanas. Ese es mi interés.
Afortunadamente las cosas han cambiado en Colombia desde las épocas en que secuestraron a Lucho Herrera y Oliverio Rincón. O cuando robaron a Victor Hugo Peña unos días antes del Tour. ¿Usted toma algunas precauciones cuando entrena en Colombia?
Si, claro. Siempre entreno con otras personas.
Usted obviamente prefiere entrenar en Colombia. ¿Por qué?
Donde yo entreno en Colombia está siempre a 25 grados. Estoy a 2,300 metros sobre el nivel del mar y se rueda muy bien. Las vías son fantásticas. Es un gran lugar para entrenar y para preparar la temporada.
Urán durante la prueba olímpica de Ruta. Lóndres 2012. [foto: R. Joy]
Al comienzo de la temporada entrenó con Mateo Carrara (Vacansoleil) en Colombia. ¿Qué dijo de entrenar en Colombia? Ya que tan pocos europeos entrenan acá.
Le gustó. De hecho regresó a prepararse antes del Giro. Tenemos más corredores preparándose acá, aunque es un poco lejos para la mayoría de los que viven en Europa.
Para los que están interesados en entrenar o rodar en Colombia, ¿cuál les recomendaria como la ubicación ideal para montar?
Para mi, el mejor lugar para montar es al Oeste de Medellín. Es el mejor lugar del país y de Suramérica, de hecho. Las carreteras son excelentes, hay dos aeropuertos con vuelos que lo pueden conectar a todas partes, buenos hoteles y la gente que es muy amable y hospitalaria.
La cercanía de Urrao con el ciclismo ha sido de siempre. En la foto, de 1959, Ramón Hoyos carga a Rubén Dario Gómez al comienzo de una etapa en Urrao. A la izquierda, con el jersey de Pilsen, Hernán Medina. [foto: Horacio Gil Ochoa.]
En los ochentas y al comienzo de los noventas, gente como Fabio Parra, Oliverio Rincóny Luis Herrera, hablaban de sentir que representaban a Colombia ante el mundo. Eso seguramente era una reacción a la imagen negativa que siempre ha tenido el país, y eso los separa de como los ciclistas de otros paises se sienten a ese respecto. ¿Piensa usted en eso?
Claro. Para mi es claro que corro para un equipo británico, pero también represento a Colombia. Siempre soy un representante de Colombia, no solo cuando formalmente me pongo la camiseta.
Si pudiera cambiar la forma como la gente alrededor del mundo ve a Colombia, ¿Qué le gustaría que ellos conocieran del país?
Ellos creen que saben mucho acerca del país. Creen que acá vivimos como salvajes, que no es un lugar civilizado. Pero si vinieran a visitarnos, se impresionarían de cómo son las cosas de verdad, de cómo funcionan las cosas, de la belleza de acá y de la gente. Tengo unos amigos de Italia que son como unos padres para mi. Vinieron en dos ocasiones, y la primera vez estaban absolutamente asustados simplemente por estar acá. Pero se fueron con una idea completamente diferente, y ahora les encanta. Todo el mundo cambia de opinión cuando viene acá.
Si hablamos otra vez dentro de un año, ¿de qué le gustaría que hablemos con respecto a la presente temporada?
Desde una perspectiva deportiva, que hice un excelente Tour de France. Dejando eso de lado, quisiera conseguir más apoyo para el club y los niños de Urrao.
El texto original está dando click acá.
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